Escalaba penosamente la empinada falda de una de las Montañas de la Creación. Se sentía muy fatigado, y a cada paso, una nueva herida se le abría en manos y pies. Las rocas eran cuchillos afilados y había que ir con mucho cuidado, una caía a esa altura sería nefasto.
Pero Rásselas no pensaba en ello, estaba muy disgustado con todo, no quería que su amiga la ballena devoradora de nebulosas pereciera, y con ella, toda una estirpe.
Lo tenía bien claro, alcanzaría la cúspide, a lo más alto de esta cordillera espacial, y una vez allí, lanzaría su deseo como el que lanza una botella al mar. Algo muy superior a él le dictaba a continuar siempre a delante, siempre arriba.
Ya casi podía ver la punta de mayor cota, el final de su camino, de sus penurias. Vio que a esa altura, a muy pocos metros sobre él, el terreno se volvía llano y ascendía con suavidad en un campo blanco por los almendros en flor.
-¡Qué bien!-. Se dijo con entusiasmo para continuar la marcha.
Ya estaba cerca, podía notar la proximidad de esos árboles sagrados, la suavidad de los pétalos rozándole las mejillas, el olor de sus flores, de su fértil polen. Pero justo cuando alcanzó con uno de sus manos el borde más alto, se les resbalaron los dedos haciéndole caer centenares de metros por la pendiente.
Fue una lluvia de golpes, no quedó parte del cuerpo que no hubiese sido lastimada por las rocas. Hasta que se dio con la cabeza en el suelo y perdió el conocimiento. Antes, mientras luchaba por mantenerse despierto, quiso levantarse al darse cuenta que había sido derrotado por al Montaña.
Las montañas, majestuosas montañas, son ellas las que deciden si uno alcanzan su cúspide o no. Son ellas las que permiten ser recorridas como hormigas en el lomo de un elefante indio. Rásselas quería alcanzar el bosque de los almendros para pedir un deseo.
Pero ese deseo no era para él
Rásselas prefería tardar mil años en encontrar su ilusión como una pompa de jabón, si con eso hacía despertar a su amiga la ballena.
Cuando reposó su cara sobre el antebrazo y se sumergió en el mundo de los sueños una cálida brisa trajo volando una flor, para depositarla en su mano.
fin de la transmisión diaria.
La gran ballena surcó el espacio vacío sorteando los grandes rayos de la tormenta cuántica. Grandes olas espaciotemporales golpeaban la espesa piel del enorme cetáceo con tal virulencia que la desgarraba a jirones como seda vieja.
Mientras en el interior de su boca, la Nave de los Sueños se mantenía a salvo, y Rásselas agarrado a la campanilla del animal era zarandeado de un lado a otro. Todo estaba oscuro y húmedo, a penas podía ver con las tenues luces rojas de las balizas de la nave, el interior de esa colosal boca. Tenía la sensación de contemplar la bóveda de la Capilla Sixtina a punto a desquebrajarse.
Realmente pasó miedo, pese a lo mucho que confiaba en su amiga.
Por fin, después de muchas horas, cuando ya las fuerzas de nuestro capitán de sueños se habían desvanecido, todo quedó en calma.
Notaba una suave brisa que procedía de las profundidades cavernosas del animal, con ella viajaba un ligero quejido.
Al poco tiempo, el gran mamífero abrió la boca y dejó salir a Rásselas con su nave espacial. Al contemplar el exterior este no tardó en reaccionar.
-¡Lo has conseguido, estamos en las faldas de las Montañas de la Creación!- saltó de la cubierta de la nave y corrió hacia su amiga varada en el límite de la nebulosa.
-Sí Rásselas, mi pequeño amigo- Su voz era un ronco suspiro, denotaba cansando y dolor- hemos llegado a las montañas donde todo nace por fin. He cumplido mi misión, pero a ti te queda mucho viaje por recorrer.
-¡No hables así, me estás asustando!- se abrazó al cetáceo con los ojos humedecidos-. Tú también subirás, debes impedir que contigo se acabe tu extirpe, debes pedir un deseo.
-No mi amigo, estoy muy débil y no puedo desplazar mi pesado cuerpo, la tormenta ha rasgado mi carne maltrecha y la inanición ha debilitado mi cuerpo. Té debes subir una de esas cúspides y pedir un deseo a los vientos de la Creación del Universo. Ve y pide encontrar tu ilusión como una pompa de jabón y que puedas acariciar su delicada piel sin que esta sufra y se desvanezca.
-¡No, no sin ti!- El descargador llanto de nuestro amigo apenas le permitía expresarse con claridad-. Quiero quedarme contigo, no subiré.
La ballena esbozó una sonrisa.- Amigo Rásselas, un día distes una llamada de auxilio, cantaste una plegaria al universo. Yo la escuché. Es tu momento, es tu oportunidad, las ballenas devoradoras de nebulosas es una raza del pasado que no tiene cabida en este presente. Debes subir y encontrar tu ilusión.
La ballena se puso a cantar como la última letanía del capitán de un barco a punto de hundirse.
Rásselas, poco a poco, con los ojos inundados en lágrimas subía la pendiente de las altas montañas sabiendo que esa canción iba dedicada a él.
fin de la transmisión diaria.
A veces la realidad de la vida supera cualquier cosa... la muerte.
Hoy estoy apático, cabreado con la vida misma.
hoy guardaré selencio por una buena persona.
Seguro que allá arriba vivirá grandes campamentos y aventuras.
...fin de la transmisión diaria.
Las manos de nuestro amigo estaban destrozadas, una repleta de ampoyas, la otra despellejada. Le dolía tanto la espalda que pensaba que las vértebras se les habían desgastado. Pero muy penosamente continuaba remando, tirando con fuerza esperando así, llegar pronto al otro brazo de la galaxia.
De pronto algo golpeó el casco del bote como si se hubiese metido en una zona de escollos o un arrecife marino. Pero eso sería imposible, estaba en el espacio, en un vacío absoluto, no podía haber nada allí.
El botecillo volvió a ser golpeado, y Rásselas miró rápidamente hacia la popa para ver que podría ser. Pero sin embargo, allí no apareció nada. Por eso nuestro amigo se iba sorprendiendo cada vez más.
Al mirar hacia la proa afinó todo lo que pudo la vista y el binocular electrónico, pero no miró a la quilla, miró a lontananza, lo más alejado que pudo.
Era como una enorme ola, como un tsunami espacial, como una locomotora enfurecida y diabólica se aproximaba el frente de onda de una tormenta cuántica. A penas le dio tiempo a sujetarse al bote, cuando fue brutalmente golpeado. Barrido como la hojarasca por el viento.
La tormenta era tan fuerte, tan violenta que destrozaría a la Nave de los Sueños y mataría a nuestro amigo, pero la ballena comedora de nebulosas abrió su tremenda boca y se tragó al capitán de los sueños con su barco.
Rásselas quedó inconsciente en el interior de la boca del cetáceo mientras este, con la experiencia que le dieron los años, y la intuición innata al nacer, buscaba las corrientes menos energéticas para poder cruzar al otro lado del huracán metafísico.
Realmente, estos seres son formidables. Pueden llegar a medir varios kilómetros de largo y pesar miles de millones de toneladas. Su labor es mantener una constante universal de la materia de la creación, se alimentan de hidrógeno. Limpian el universo de estas nubes para dejar espacio entre los astros. Pero permiten que algunas nebulosas maduren hasta nacer las nuevas estrellas. Es un equilibrio.
fin de la transmisión diaria.
Como habían retomado fuerzas, el viaje les pareció más ligero. La marcha por el espacio vacío fue sencilla durante unos días. Pero pronto las energías volvían a fallar.
¿Cómo alcanzar el otro extremo de la galaxia a miles de años luz? Estaba visto que el aleteo de la ballena no era suficiente, que los motores de la nave no proporcionaban suficiente tiro, que la ternura que guardaba Rásselas en las bodegas de la Nave de los Sueños acabaría en poco tiempo. Si no hacían algo jamás llegarían a la nebulosa de las Montañas de la Creación.
Así que nuestro amigo, lanzó un bote salvavidas, atándolo previamente a la proa de la nave, y comenzó a remar.
fin de la transmisión diaria.
Los dos estaban realmente fatigados por tanto esfuerzo. Claro, la distancia que les separaba del brazo de la galaxia es enorme, por tanto la ballena no podía dejar de aletear, mientras que a Rásselas a penas le quedaba ternura para darle a cucharadas.
Hubo un momento, en que nuestro amigo se quedó plácidamente dormido encima de su lomo y poco a poco el gran cetáceo comenzó a sentirse de igual modo muy atraído por la idea de echar una cabezadita. Pero es muy peligroso dormir en el espacio así, a la intemperie, y más si estaban extenuados, sin apenas energías. Dormir en esas condiciones era una temeridad, no tardarían en congelarse y convertirse en una roca de hilo flotando en el vacío interestelar.
Pero pronto una musiquita sonó procedente del antebrazo de la escafandra del capitán de los sueños, su computadora se activó y comenzaron a salir miles de mensajes, de textos provenientes de los amigos realizados a lo largo de su eterno viaje. Rásselas abrió los ojos y los leyó con las últimas fuerzas que le quedaba. Cuando pensaba rendirse por el frío una luz fluorescente le cautivo
Otra vez, el hada de las palabras venía a ayudarle.
En seguida, y gracias al candor de estela mágica, los dos somnolientos amigos, comenzaron a entrar en calor. La visita del hada, fue fugaz e inesperada, pero suficiente para alegrar los ánimos y cargar las bodegas de la Nave de los Sueños con combustible para el viaje, de ternura.
fin de la transmisión diaria.
LAS REGLAS DEL JUEGO SON:
El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos". Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog, a propósito de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, debéis escoger 5 nuevas personas a indicar y añadir el link de su blog o diario web. No olvidéis dejar un comentario en su blog o diario web diciendo
"Has sido elegido" y dices que lean el vuestro.
Pues siguiendo con el testigo lanzado por "naufrago", ahí van mis "cinco extraños hábitos":
1- suelo cantar en la ducha.
2- Me despierto de un salto, porque si no tengo que aguantar una toña horrible durante todo el día.
3- Suelo cenar temprano, sobre las 20:00.
4- Al WC suelo llevar algo que leer, un libro, una revista
5- Cuando leo, no puedo dejar una página a la mitad. Antes ni tan siquiera un capítulo, pero he conseguido reducirlo.
El testigo se lo paso a
Capitan Weblog
La Casa giratoria.
Aprendiz de mucho
Fresa Gitana
Cisne negro
Pues nada más
ahora a continuar con mi viaje.
fin de la transmisión diaria.
El tratamiento surgía efecto, el animal no dejaba de aletear por muy fatigado que se encontraba. Mientras, Rásselas permanecía en lo alto de su lomo contemplando el maravilloso paisaje estelar. Al fondo, a miles de millones de años luz, el brazo de la galaxia se extendía hasta ocupar toda su visión.
Le daba la sensación que algún dios incauto había dejado derramar el contenido de un celestial cofre del tesoro en una huída alocada, dejando solamente como vestigio de su existencia miles de joyas flotantes por el espacio.
Gachó la cabeza y se miró al pecho, recordó algo que leyó en algún sitio pero ahora no recuerda donde, ni el autor.
Siento la necesidad de gritarle al viento.
De tocar notas en clave de sol con la piel,
y dejar el cuerpo seducir
por recuerdos de experiencias aun no vividas.
Tengo un corazón de pirita
que quiero derretir y fundir
Alearlo mediante una forja de caricias.
Tan solo con el calor de tu presencia resentida.
Pero si que notaba que se sentía puramente identificado con ello. Se sentía feliz, contento por estar viviendo un viaje interminable, visitando planetas prodigiosos, conociendo personajes sorprendentes y ahora cabalgando a lomos de una ballena devoradora de nebulosas.
Pero como siempre es en él, siempre debe aparece la sombra de la melancolía, la cicatriz que quedó en el pecho cuando la Gran Diosa rechazó mi ofrenda y por el estallido de la supernova en mi pecho.
Son cosas que pasan el tiempo y no se borran del todo. Tal vez necesite algún tipo de medicina, de cura pero se haya perdido en sus recuerdos.
fin de la transmisión diaria.
Me subí al lomo del gran cetáceo, quería cabalgar sobre el, navegar por el cielo subido a una ballena en busca de la gran nebulosa donde saciar su hambre.
Los dos amigos tenían los destinos unidos porque ambos querían llenar el vacío de sus almas.
Rásselas quería animar a la ballena para que aleteara una y otra vez, así, con esfuerzo, alcanzarían la meta. Pero para ello necesitaba algún tipo de alimento que pudiese mantener un cuerpo tan gigantesco en constante movimiento. Fue por eso cuando se le ocurrió la genial idea
le daría el mismo combustible que consume la Nave de los Sueños, le daría ternura.
Si las ballenas devoran nebulosas, que son las creadoras de las estrellas, la ternura puede llegar a veces a dar más candor que el mismo sol. Así que bajó a las bodegas de la nave y cogió una porción entre sus manos, subió apresuradamente a la cubierta y entre cucharada y cucharada cantó para que la ballena no se rindiera.
fin de la transmisión diaria.
Fue una visión horrenda, macabra, tristísima
ver todos esos cadáveres de ballena esparcidos por el espacio, flotando como rocas a la deriva. Algunas eran ya enormes esqueletos, otras se movían agonizantes. Y solo cabía una pregunta en mi mente ¿Por qué? ¿Por qué esos maravillosos cetáceos habían salido premeditadamente del brazo de la galaxia sabiendo que al lugar donde se dirigían no existen nebulosas donde poder alimentarse?
Había visto yo de niño tantas veces algo similar cuando vivía en la Tierra
miles de ballenas diseminadas por alguna playa de California o Australia, o algo aun más gramática fue la visión de las grande matanzas de ballenas en un mar enrojecido del Ártico.
Estos cetáceos son seres milenario, recorren el universo devorando nebulosas, limpiando los cielos de nubes ionizantes, pero dejando siempre un mínimo de ellas para mantener constante el nacimiento de nuevas estrellas Pero ahora, sin las ballenas
No podía permitirlo bajé al puente de la Nave de los Sueños y cambié el rumbo.
-¿Por qué no nos dirigimos a la nebulosa de la Cabeza del Caballo-, dijo con una voz profunda y cansada el enorme y entristecido animal.
-Tu y yo tenemos los destinos unidos, tu te vienes conmigo a la nebulosa de las Montañas de la Creación-. Grité desde la cabina con satisfacción y con una fuerza renovada, no se de donde, que me hacía rejuveneces.
fin de la transmisión diaria.
Agradezco los votos que durante todos estos meses habéis dejado, gracias a todos estoy en el puesto 13º de los premios 20minutos. El éxito no me sino vuestro.
Los motores cuánticos de La Nave de los Sueños, ardieron vomitando plasma al espacio exterior. Por fin se ponían en marcha, poco a poco comenzaron a desplazarse por el frío cosmos interestelar, en busca de la nebulosa más cercana.
Dado que la densidad de estrellas era mínima, se podría decir que viajaban en medio de dos brazos de la galaxia, de un enorme hueco, de un agujero sin estrellas por eso todo estaba tan oscuro.
Habían pasado varias horas animando Rásselas a la gran ballena a que continuase agitando su enorme aleta, cuando el scaner de la Gran Computadora de Abordo dio una señal de alarma. Nuestro amigo, corrió hasta el puente de mando para ver lo que sucedía.
En uno de los monitores, con un mensaje parpadeante, comunicaba al capitán que unos objetos de proporciones extraordinarias se interponían en la trayectoria de la nave, calculando así un impacto en veinte minutos. Rásselas recalculó las coordenadas para evitar los obstáculos extrañado, ya que ninguna carta estelar hablaba de un campo de asteroides.
Volvió a salir a la cubierta al para ver como su amigo continuaba, así podría contemplar directamente el campo de planetoides, pero cual fue su sorpresa al ver que no se trataba de rocas flotantes a la deriva, no. Se trataba de miles, centenares de miles de cuerpos de ballenas comedoras de nebulosas, muertas todas ellas a merced de una orbita incierta. Rásselas horrorizado corrió a la popa para advertir a su amigo, pero ya era tarde. Este soltar su dolor más profundo por el orificio superior de su cabeza el canto fue un lamento, una letanía para sus amigos ya difuntos, por ser seguramente el último en su espacie, el último en una estirpe ya extinta.
Fin de la transmisión diaria.
- No comprendo como un ser tan maravilloso como tu, puede dejarse abandonar a su suerte en este espacio vacío que es la nada-. Dijo nuestro amigo mientras miraba alrededor intentando buscar algo que le sirviera.
-No es cuestión de dejarse derrotar, ni de evadirse,- la ballena apenas podía hablar, lo hacía sin mover los labios dejando salir las palabras de su enorme boca mediante suspiros-. La vida de nosotras no es fácil y el universo ya no es lo que era.
-¡Pero como puedes decir eso!- Rásselas dio un salto y se agarró fuertemente a un cabo para ascender por el y ver así frete a frente a la criatura-. El universo es formidable, enorme, sin límites Yo salí hace mucho tiempo de la Tierra en busca de una ilusión, he caminado mucho y cada día me resulta más difícil imaginar que algún día alcance mi logro. Pero no desisto, por el mismo hecho de buscar, de viajar perece la pena. Ya sabes lo que dicen, el sentido del viaje, es el viaje en si mismo.
El colosal cetáceo esbozó una amable sonrisa, tal vez haya esperanza y merezca la pena luchar.
-Será muy difícil alcanzar el brazo de la galaxia, tal vez no llegue y me quede por el camino.
-Pero será mejor que quedarse aquí esperando un nefasto final, sé dueño de tu propio destino. ¡Lucha!- Le tendió una mano.
Hinchó sus pulmones todo lo que pudo y dio un rugido terrible, como un antiguo dinosaurio que se lamenta al ver sus últimos días de reinado en el Pangea. Y con esto, comenzó a batir su cola intentando desplazarse.
Rásselas rápidamente bajó a la cubierta, lanzó el cabo sobre la aleta dorsal de formidable mamífero y ató esta a su vez a la popa de la Nave de los Sueños.
En dos saltos ya estaba en el puente de mando.
- Computadora, ¡A toda potencia! Rumbo a la nebulosa Cabeza de Caballo.
fin de la transmisión diaria.
-Hola amiguito-.Dijo Rásselas mientras acariciaba el enorme animal.
¿Cómo es posible que un cetáceo espacial de esas dimensiones pudiese parecer tan desvalido y triste?
-¿Qué haces tan lejos del brazo de la galaxia? aquí solo hay vacío, no hay nada.
-Estoy muy cansado, no puedo llegar hasta la nebulosa más próxima y creo que voy a morir.
-¡No digas eso!- dijo con los ojos abiertos de par en par-, debe haber una solución.
Estaba claro, la gran ballena estaba varada en un hueco interestelar, no hay nada, y sin nebulosas para comer moriría de hambre.
Los dos se quedaron por un momento mirándose a los ojos, la tristeza que irradiaban hacía palpitar de una forma irregular, el maltrecho corazón de nuestro capitán de ilusiones.
fin de la transmisión diaria.
Rásselas dormía como siempre en su camarote, soñaba en el viaje que realizó a London-londiandäe con dos compañeros de su tripulación, evocaba realmente un crisol de sensaciones y emociones mientras dormía. Y precisamente por eso, por esos amables sueños, su cara plácida en la oscura noche espacial, esbozaba una sonrisa.
Todo un bálsamo para la tensión de los últimos días.
Pero ese bienestar no duró mucho, la tranquilidad cristalina, casi sólida, se rompió por un lejano sonido. Era como un distante lamento, un suspiro tenebroso, triste. Un ronquido exhalado, un ronroneo azul como el roce una hoja sobre el tronco del árbol del que se desprende.
No tardó nuestro amigo en despertarse de su idílico sueño nocturno. Levantó los dedos del suelo al posar los pies sobre este y sentir el gélido frío espacial.
Aun así, anduvo descalzo, con el pantalón del pijama y el torso desnudo, como acostumbra a hacer, hasta el puente de mando.
Fue allí, cuando pudo desvelar el origen de tal lamento salió a la cubierta de la Nave de los Sueños y sin miedo acarició la suave piel de una ballena devoradora de nebulosas varada en el vacío interestelar.
fin de la transmisión diaria.
Regalo cuentas de correo gmail, interesados dejadme un comentario.
He visto la luz, hace tiempo Venus se apagó, he visto morir una estrella en el cielo de Orión, no hay señal, no hay señal de vida humana y yo . Retomo otra vez el viaje interespacial. En estos últimos meses he visitado varios planetas y he vivido grandes aventuras en ellos: encontré, pero se me escapó, mi ilusión como una pompa de jabón, estuve con los recuerdos luchando contra el destructor olvido y he estado con los piratas descubriendo lo apasionados que son.
Pero después de todo ello, vuelvo a navegar en las profundidades más oscuras del cosmos. La soledad me envuelve, el silencio me amenaza constantemente.
Realizo todas las tareas de mantenimiento de La Nave de los Sueños, bien temprano, sobrándome mucho tiempo para mí. Así que procuro leer en la cubierta y contemplar el paisaje, todo un tesoro para un astrónomo.
A veces pienso que soy demasiado afortunado y que no aprovecho todo aquello que me rodea. Quien debería viajar en este galeón de sueños, debería ser un poeta o un pintor, tanta belleza solo me causa daño. Daño porque la reflexiono, porque procuro entenderla, interpretarla
cuando solo debería dedicarme a contemplar y disfrutar, dejar que las sensaciones que provoca surjan por si solas sin necesidad de extraerlas artificialmente.
Tal vez sea tan sencillo, que precisamente por esa sencillez, acaba complicándose.
Estoy entre dos brazos de esta galaxia, una zona de baja densidad estelar, apenas puedo ver al fondo una aureola blancuzca de la honda de choque en una nebulosa, pronto nacerán estrellas allí.
Cómo me gustaría que las emociones, que las ilusiones naciesen en mi interior de los despojos de una supernova anterior. Que de las cenizas naciese otra vez un árbol que de jugosos frutos.
Tal vez, por hoy esté pensando demasiado, así que volveré a mirar al cielo de noche y me limitaré a disfrutar de él.
fin de la transmisión diaria.
Se estaban aproximando a la periferia del cinturón de asteroides, cuando Rásselas contempló una maravillosa puesta de sol sobre la superficie de un planetoide. Se puso su escafandra y cogió su cámara digital.
Avanzó rápidamente por su superficie subiendo al pico más alto. A su paso, dejaba tras de sí los últimos destellos del día. Nuestro amigo corría y corría para que el sol en la cúspide no se le escapase. Por fin llegó.
Colocó su trípode, la cámara sobre ella y disparó miles de fotos. Captar el último instante del día, el último suspiro del sol.
Se paró un momento, dejó que su mente volase, recordase aquel verano del 2004, aquella primavera del 2005.
Si necesitaba respuestas, si necesitaba información para hallar su ilusión como una pompa de jabón, dado que no encontró la piedra Roseta
estaba claro que debía ir las Montañas de la Creación.
Allí, buscaría a los sabios escondidos tras sus estrellas.
fin de la transmisión diaria.
Los miembros de mi tripulación estaban lejos, en el planeta de Oz y en M4dr1d. Solo quedábamos Jos y yo, la fiesta de los piratas fue grande, enorme no hubo por problemas con los piratas de Éxito, porque comprendieron que yo era un pirata también. Pues es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar. Por eso entendieron que Jos y yo éramos seres apasionados, como ellos. Pero nuestra pasión se dirige hacia otras cosas, no atracamos planetas solitarios, ni robamos tesoros para esconderlos en lunas perdidas.
Somos buscadores, buscadores de la ilusión, de la belleza del amor, y lo hacemos con pasión, con devoción.
Por eso disfrutaron de la fiesta como unos piratas más como seres que comparten la pasión como el motor de sus vidas. Pero la diferencia que el combustible de Rásselas, de la Nave de los Sueños, es la ternura.
Rásselas y Jos, cuando nació el primer amanecer en la superficie del planetoide arriaron anclas y dejaron el asteroide para continuar su eterno viaje de sueños e ilusiones, eterno viaje de amores.
¿Qué aventuras deparará a nuestro amigo?
Eso el tiempo dirá.
fin de la transmisión diaria.
PD: Tengo para regalar cuentas de gmail, si os interesa déjadme un comentario.
FELIZ 2006.