A todos los mundos astronave, a todos los planetas, a todos los faros que guían a los intrépidos marinos del cosmos, a los cometas y estrella fugaces, a las ballenas comedoras de nebulosas, a las hadas de limbo lunar, a los satélites siempre orbitantes encadenados a una única gravedad, al latir de los pulsares y el cantar de las tormentas quánticas, a las olas del mar, a la profundidad oceánica a la lejana Ítaca, va destina este mensaje, esta tierna transmisión.
De la profundidad de la roca, surge el manantial de la más pura agua.
De la soledad más triste, la emoción de la vida.
Mística, insondable, indescifrable,
Vivir, esa es la mayor aventura.
Y este fin de semana he vivido. He notado como cada célula de mi cuerpo vibraba de emoción. He participado con la vida, he jugado con ella, la he saboreado, exprimido como una naranja y paladeado con cada trago.
El planeta era árido, desértico por su falta de agua potable, casi salvado por la estepa de esparto que cubría toda su superficie.
Después del último conclave para organizar la gran competición, me dirigí a mi camarote orbitante. Necesitaba descansar para prepararme. No sabía en esos momentos lo que me esperaba al día siguiente.
Cuando amanecía en la superficie, tomé tierra y comenzó la faena. El teniente Dán (Doc para los amigos) y yo, fuimos en un carguero ligero de transporte reuniendo el material necesario.
Tuvimos que luchar contra grandes dificultades, en la estación en la que nos encontrábamos, hacía muy difícil encontrar todo lo que se exige como mínimo para un gran campamento base.
Poco a poco conseguimos llenar las bodegas y establecer el primer perímetro de actuación en la zona elegida.
Gláuca, en primer lugar fue la encargada de dirigir la operación en la primera fase del montaje, fundamental y crítico momento.
Doc y yo nos dedicábamos a desplazar tropas y recursos humanos
a esa hora, las vainas ya habían comenzado la carrera
la salida era todo un avispero, un hervidero de gentes, androides, seres de otros mundos
música, risas y voces.
Al otro lado del planeta, once personas comíamos con las manos una especie de ave asada sobre un palet de madera, haciendo de un juego lo que podría ser para otros un mal trago o un impedimento.
La risa imperaba, la despreocupación y la satisfacción de compartir el caluroso momento protegidos por el fuselaje de la nave.
La tarde avanzada, todos estábamos organizados montando duchas, encendiendo fuegos, preparando la intendencia, las barras, la megafonía, la meta
con un sincronismo caótico, aleatorio despistado, pero efectivo.
No existía jerarquía alguna
solo amistad.
No tardaron en llegar las primaras naves cuando todo estaba preparado. Entonces, una vez servido lo víveres y asegurado los fuegos pudimos dar por concluida nuestra tarea por ese día.
------------------------Resto de transmisión privada---------------------------
------------------------------Único destinatario--------------------------------
....Fin de la transmisión diaria.