Los motores cuánticos de La Nave de los Sueños, ardieron vomitando plasma al espacio exterior. Por fin se ponían en marcha, poco a poco comenzaron a desplazarse por el frío cosmos interestelar, en busca de la nebulosa más cercana.
Dado que la densidad de estrellas era mínima, se podría decir que viajaban en medio de dos brazos de la galaxia, de un enorme hueco, de un agujero sin estrellas por eso todo estaba tan oscuro.
Habían pasado varias horas animando Rásselas a la gran ballena a que continuase agitando su enorme aleta, cuando el scaner de la Gran Computadora de Abordo dio una señal de alarma. Nuestro amigo, corrió hasta el puente de mando para ver lo que sucedía.
En uno de los monitores, con un mensaje parpadeante, comunicaba al capitán que unos objetos de proporciones extraordinarias se interponían en la trayectoria de la nave, calculando así un impacto en veinte minutos. Rásselas recalculó las coordenadas para evitar los obstáculos extrañado, ya que ninguna carta estelar hablaba de un campo de asteroides.
Volvió a salir a la cubierta al para ver como su amigo continuaba, así podría contemplar directamente el campo de planetoides, pero cual fue su sorpresa al ver que no se trataba de rocas flotantes a la deriva, no. Se trataba de miles, centenares de miles de cuerpos de ballenas comedoras de nebulosas, muertas todas ellas a merced de una orbita incierta. Rásselas horrorizado corrió a la popa para advertir a su amigo, pero ya era tarde. Este soltar su dolor más profundo por el orificio superior de su cabeza el canto fue un lamento, una letanía para sus amigos ya difuntos, por ser seguramente el último en su espacie, el último en una estirpe ya extinta.
Fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 11 de Enero 2006 a las 06:09 PMPromociona tu web site y como tu historia es entretenida de segura puedes escribir un libro o ganar en concursos literarios.
Posted by: fideligna on 12 de Enero 2006 a las 09:39 PM