31 de Enero 2006

La flor.

Escalaba penosamente la empinada falda de una de las Montañas de la Creación. Se sentía muy fatigado, y a cada paso, una nueva herida se le abría en manos y pies. Las rocas eran cuchillos afilados y había que ir con mucho cuidado, una caía a esa altura sería nefasto.

Pero Rásselas no pensaba en ello, estaba muy disgustado con todo, no quería que su amiga la ballena devoradora de nebulosas pereciera, y con ella, toda una estirpe.

Lo tenía bien claro, alcanzaría la cúspide, a lo más alto de esta cordillera espacial, y una vez allí, lanzaría su deseo como el que lanza una botella al mar. Algo muy superior a él le dictaba a continuar siempre a delante, siempre arriba.

Ya casi podía ver la punta de mayor cota, el final de su camino, de sus penurias. Vio que a esa altura, a muy pocos metros sobre él, el terreno se volvía llano y ascendía con suavidad en un campo blanco por los almendros en flor.

-¡Qué bien!-. Se dijo con entusiasmo para continuar la marcha.

Ya estaba cerca, podía notar la proximidad de esos árboles sagrados, la suavidad de los pétalos rozándole las mejillas, el olor de sus flores, de su fértil polen. Pero justo cuando alcanzó con uno de sus manos el borde más alto, se les resbalaron los dedos haciéndole caer centenares de metros por la pendiente.

Fue una lluvia de golpes, no quedó parte del cuerpo que no hubiese sido lastimada por las rocas. Hasta que se dio con la cabeza en el suelo y perdió el conocimiento. Antes, mientras luchaba por mantenerse despierto, quiso levantarse al darse cuenta que había sido derrotado por al Montaña.

Las montañas, majestuosas montañas, son ellas las que deciden si uno alcanzan su cúspide o no. Son ellas las que permiten ser recorridas como hormigas en el lomo de un elefante indio. Rásselas quería alcanzar el bosque de los almendros para pedir un deseo.
Pero ese deseo no era para él… Rásselas prefería tardar mil años en encontrar su ilusión como una pompa de jabón, si con eso hacía despertar a su amiga la ballena.

Cuando reposó su cara sobre el antebrazo y se sumergió en el mundo de los sueños… una cálida brisa trajo volando una flor, para depositarla en su mano.

rasselas_flor_ de_ almendro.JPG

…fin de la transmisión diaria.

Posted by eolovano at 31 de Enero 2006 a las 06:08 PM
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