El tratamiento surgía efecto, el animal no dejaba de aletear por muy fatigado que se encontraba. Mientras, Rásselas permanecía en lo alto de su lomo contemplando el maravilloso paisaje estelar. Al fondo, a miles de millones de años luz, el brazo de la galaxia se extendía hasta ocupar toda su visión.
Le daba la sensación que algún dios incauto había dejado derramar el contenido de un celestial cofre del tesoro en una huída alocada, dejando solamente como vestigio de su existencia miles de joyas flotantes por el espacio.
Gachó la cabeza y se miró al pecho, recordó algo que leyó en algún sitio pero ahora no recuerda donde, ni el autor.
Siento la necesidad de gritarle al viento.
De tocar notas en clave de sol con la piel,
y dejar el cuerpo seducir
por recuerdos de experiencias aun no vividas.
Tengo un corazón de pirita
que quiero derretir y fundir
Alearlo mediante una forja de caricias.
Tan solo con el calor de tu presencia resentida.
Pero si que notaba que se sentía puramente identificado con ello. Se sentía feliz, contento por estar viviendo un viaje interminable, visitando planetas prodigiosos, conociendo personajes sorprendentes y ahora cabalgando a lomos de una ballena devoradora de nebulosas.
Pero como siempre es en él, siempre debe aparece la sombra de la melancolía, la cicatriz que quedó en el pecho cuando la Gran Diosa rechazó mi ofrenda y por el estallido de la supernova en mi pecho.
Son cosas que pasan el tiempo y no se borran del todo. Tal vez necesite algún tipo de medicina, de cura pero se haya perdido en sus recuerdos.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 17 de Enero 2006 a las 05:29 PMte he elegido para el juego de los 5 hábitos. Pasa por mi blog y lee las reglas.
UN saludo.
;)