La noche moría con un suspiro fresco que inundaba las calles vacías, invadía las exhaustas habitaciones zarandeando con pliegues y rizos las cortinas.
Un gato comía furtivamente las sobras caídas de un contenedor de basura rezumante de desperdicio, mientras un borracho rezagado se esforzaba por introducir unas llaves en el portar equivocado.
La ciudad se despereza con los primeros tañidos de las campanas, con su vibrante voz pregonaban ¡son las seis, son las seis!. Mientras, la explosión de un millón de aleteos surcaban los cielos matutinos.
Rásselas soñaba, quería algo más, un detalle, un designio. Por eso, si él no podía quedarse allí esperando a que el astro rey resucitara la ciudad junto a ella, lo haría al menos con su alma, con su sentimiento marcado por el trazo de un bolígrafo.
fin de la transmisión diaria.
Ayer, después de un día duro de tareas en las Naves de los Sueños, fuimos a ver una película sorprendente: La joven del agua
Una joven que altera la vida de una apesadumbrada persona mostrándole un nuevo sentido, un nuevo punto de vista.
Después de un sencillo encuentro, de un cruce de miradas, nace en un escritor la necesidad de contar, de expresase. Renace nuevamente dejando los tiempos de infortunio y desdén.
En mi eterno viaje de sueños e ilusiones en pos de una ilusión, ¿me habré topado con una ninfa del agua?¿me habrá cambiado en cierto sentido mi vida?
fin de la transmisión diaria.
Sin lugar a dudas he muerto. He muerto y estoy en el cielo.
El sueño se me acumula con pliegues púrpuras bajo los ojos, el cansancio poco a poco merma mis capacidades. Pericias innatas e intuitivas pero que tal vez, tanta actividad consiga disminuir mis sentidos y no lo pueda evitar porque en el trabajo... el trabajo ya no es trabajo, ya no coordino. Mi cabeza se encuentra lejos de donde debiera estar. Y está donde tiene que estar.
Pero aun así, no me lamento, disfruto de cada segundo, de cada inspiración, de los aromas que capto con tu proximidad, de la presencia que contigo me envuelve.
Ya habrá tiempo para el descanso, para la añoranza de estos momentos que pasamos callados limitándonos a observar y dándonos por satisfechos con ello.
Ya habrá tiempo para dormir y sustituir los abrazos por el quimérico calor de las mantas.
Para tocar el cielo.
El calor de tu amor
me da sed, y donde bebo yo
es donde quiero beber,
y saciar allí mi sed.
El color de tus ojos,
se adivina entre tu pelo, y yo
los deseo más que ayer,
y que la primera vez.
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No preciso viajar lejos
para hallar lo que deseo,
si tropiezo en tu regazo
ya me basta,
para tocar el cielo.
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El sabor de tus labios
ese selecto capricho que
sólo yo puedo probar,
y a chincharse los demás.
El candor de tu abrazo
puro, fiel, eterno, halagador
es mi fe y mi religión,
garantía del amor.
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No preciso viajar lejos
para hallar lo que deseo,
si tropiezo en tu regazo
ya me basta,
para tocar el cielo.
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TONTXU
fin de la transmisión diaria.
Por fin la conjunción.
El sol se diluía como una gota de témpera en el agua fundiéndose con las montañas, con el paisaje lejano.
Por fin, las dos cubiertas de las naves de los sueños juntas en un periodo de menos de 48 horas.
A veces me pregunto si estamos preparados para asimilar la belleza, si solo nos conformamos con el roce de una piel. Con el sentido de la dermis. Pero y si nos dejásemos arrastrar hasta lo más hondo y descubrimos lo bello. Un abrazo eterno, notar el latido del corazón, un susurro, la luz de la luna menguante dibujado la silueta de un rostro próximo.
En la noche, sueño y realidad se entretejen con finas y sutiles costuras, ¿Cómo diferenciarlo? ¿Cómo discernir donde empieza uno y termina el otro? La falta de sueño tal vez afecte a mi percepción y crea que todo lo vivido no sea real, que estaba dormido. Porque algo tan hermoso no lo puedo asimilar sin más, la sensación nació de lo más hondo de mi pecho, del túetano mismo de mis huesos, no quedó ni un ápice de mi ser sin sentirse cohibido ante tanta perfección. Sus ojos, su mirada, su sonrisa irradia luz, amor, pasión, alegría.
Pero se que todo lo viví, no tengo fotos, ni pruebas para recrearme en las largas noches de invierno. Tampoco pienso dormir en los próximos 25 días, cuando llegue el solsticio invernaré. Dormiré de un tirón unos meses, y reviviré en sueños cada minuto, cada latido de estos días.
Como eres
Tus labios
Son rojos como un higo abierto
Jamás he probado néctar tan dulce
Como la saliva de tu boca
Fruta saciadora.
Cordón umbilical
Que me alimenta de emociones,
Ambrosia anhelada
De la que quiero comer.
Saciarme
Pues tengo hambre de ti
Diosa marinea.
Rásselas
fin de la transmisión diaria.
Somos dos astros flotantes en la nada, en el todo. Surcamos el vacío éter dejando estelas de ilusión bajo nuestra quilla, al paso de nuestro timón de sueños.
Por fin, después de una larga semana de espera, la conjunción de las dos naves se aproxima. En breve, las dos cubiertas estarán juntas y podremos estrechar nuestros brazos en un eterno abrazo con ternura, con pasión.
Nuestros corazones darán un pálpito, una supernova en expansión capaz de iluminar más aun el cielo aun siendo de día.
El reloj, en su incesante cuenta regresiva, me muestra poco a poco lo cercano del momento.
fin de la transmisión diaria.
El viaje ahora continúa con las dos Naves de los Sueños en pos de una ilusión, de un deseo.
Tal vez haya sido el azar, la casualidad, o el capricho de las Parcas para entretejer nuestros hilos juntos este verano. Lo importante y realmente maravilloso, es que las dos naves viajan compartiendo el tiempo y las emociones.
Similar al sistema binario Mizar ~ Alcor o al casi desaparecido planeta Plutón, junto a su acompañante Caronte. Estos astros comparten un centro de masas, lo cual sus orbitas giran sobre un mismo eje gravitacional.
Las dos naves de los sueños, unidas por la emoción, por la fuerza de un abrazo invisible, mucho mayor que la gravedad. Dan vueltas en el espacio esperando su encuentro.
Este solo se pude producir cada cinco días, permaneciendo en una idílica conjunción.
Cuando se da la perfección, los sistemas se pueden volver livianos en el tiempo y por desgracia. La unión de las dos naves de los sueños solo se dará hasta el 25 de septiembre. Fecha en la que cada una tomará un rumbo, una hacia el Pozo de Arán, la otra en busca de un Taray por sistemas latinos.
Solo queda disfrutar de cada aproximación, de cada eclipse entre dos. Almacenar las bodegas de la nave de los sueños de su combustible esencial, la ternura, para poder continuar durante todo el invierno.
Si se dispusiera de una máquina capaz de alterar el entramado espacio temporal.
Ayer, cansado por una jornada agitada en la nave, me encerré en mi camarote para reflexionar un poco y recrearme con los recuerdos.
Cogí el libro que me estaba leyendo antes de mi llegada a Hesperia y continué su lectura. Pero el cansancio me sorprendió, dejando la luz del flexo encendida y el libro en mi pecho. Así me quedé, hasta que un sms me rescató del sueño, salvándome a mi y a mis cervicales de lesiones irreparables.
Me dormí maldiciendo a los 100 Km que separan a las dos naves.
fin de la transmisión diaria.
Hesperia queda lejos ya como un punto azul en el fondo oscuro del espacio. Pero aun así, en el interior las naves de los sueños se respira de la misma forma que en el paraíso de las Hespérides.
Soneto XVI
Amo el trozo de tierra que tú eres,
porque de las praderas planetarias
otra estrella no tengo. Tú repites
la multiplicación del universo.
Tus anchos ojos son la luz que tengo
de las constelaciones derrotadas,
tu piel palpita como los caminos
que recorre en la lluvia el meteoro.
De tanta luna fueron para mí tus caderas,
de todo el sol tu boca profunda y su delicia,
de tanta luz ardiente como miel en la sombra
tu corazón quemado por largos rayos rojos,
y así recorro el fuego de tu forma besándote,
pequeña y planetaria, paloma y geografía.
Neruda.
Lo pienso solo para ti.
Fin de la transmisión diaria.
Como describir algo único e inigualable, cual sería la base de referencia para poder narrar todos los detalles de una situación sin precedentes.
¿Cuántos años llevo en mi eterno viaje, de sueños e ilusiones?¿tres?¿camino ya de cuatro?
Cuando llegué al espacio puerto del palacio del Jardín de Hesperia, mi nave no estaba sola, junto a ella había una exactamente igual a la mía. Yo no podía salir de mi asombro, ¿cómo era posible?
-¡Hola!- una jovial voz surgió tras de mi- ¿me dejas pasar? tengo que llevar esto a la proa.
- Sí, claro- apenas pude articular.
Era una chica joven, con una perenne sonrisa contagiosa y una mirada pizpireta que me hipnotizaba.
Los dos trabajamos en nuestro galeón de los sueños, realizando miles de tareas previas a nuestros sendos viajes. Montábamos las cocinas, unas barras. Nos asegurábamos que las bebidas se mantuviesen frescas.
Hasta que una noche, en un encuentro casual dimos rienda suelta a una graciosa e interminable conversación.
El sol salió y nosotros sin darnos cuenta de que habíamos pasado toda la noche hablando, indagando sobre nosotros mismos, continuamos con nuestros trabajo abordo.
Por fin nos contamos cuales eran nuestros rumbos. Yo debía ir al Pozo de Arán a pedir un deseo, ella, tenía que buscar un Taray para pedir el suyo.
Y aquí es lo sorprendente.
Tantos años de viaje, en mí eterno viaje de sueños e ilusiones, paseando por el universo sin rumbo fijo, soportando un millón de maldiciones poseidónicas, más de lo que pudo soportar el mismísimo Ulises. Después de miles de aventuras, con las ballenas comedoras de nebulosas, los piratas de la nave Éxito, la batalla en el Jardín de la Memoria contra el destructor estelar Olvido
después de tanto tiempo pensando en lo frío y solitario que es este universo sin abrazos.
Encuentro en mi periplo una buscadora, que busca sueños como yo.
Las dos Naves de los Sueños despegaron del planeta Hesperia en pos de hallar un Taray.
Cuanto tiempo ha pasado desde que nuestro amigo Rásselas perdiera el conocimiento en el mar y las corrientes lo depositaran en la orilla de esa cala.
Parecen años, centurias, edades geológicas, pues es tan distinta la visión de nuestro explorador después de su despertar en la playa, que parece todo distinto.
Continuaba aun en la costa, cerca de los jardines del planeta de Hesperia. Su intención era volver a la Nave de los Sueños, pero para ello debí salvar una cordillera, una cordillera Alpina.
Calor, sudor, dolor de músculos para poder llegar a una cresta a 2.400 metros de altitud. Allí una tormenta le obligó a cambiar su ruta y buscar refugio.
Al bajar de las montañas y llegar a la boscosa llanura, visitó distintas ciudades renacentistas, con hermosos jardines y finas estatuas capaces de emular a la perfección las formas humanas, casi el alma también.
Sin duda Rásselas se encontraba en el paraíso, en Hesperia, no podía ser otro lado, la paz se ensanchaba el pecho, se sentía feliz, etéreo. Enormes banquetes en la noche, a la orilla de un lago, iluminados por el fuego. Decenas de criaturas extrañas provenientes de todos los rincones del jardín bailan al son de músicas híbridas y extrañas.
Pero todo tiene su tiempo, todo debe terminar, si un día comenzó. Así es la historia, composición de pequeñas tramas que conforman nuestra vida, hasta alcanzar la eternidad, la permanencia. Y al menos, en nuestra memoria, podemos recrear una y mil veces los acontecimientos evitando así que terminen con un punto y final.
Las historias, siempre pueden continuar rumiándolas en la memoria, en los sueños.
Por fin llegado el día, alcanzó otra vez la Nave de los Sueños. Otra vez Rásselas se tenía que poner en marcha en su eterno viaje de sueños e ilusiones. Y fue cuando la vida le sorprendió por la espalda.
Un giro imprevisto, y todo cambió.
fin de la transmisión diaria.
El infierno quedó atrás, o muy abajo, en la profunda sima oceánica. Pero su calor se podía apreciar aun. La superficie marina exhalaba vapores como un velo blanco que ocultaba la costa.
Rásselas sabía que la costa estaba allí, podía escuchar muy lejos las rompientes en las rocas, en los desfiladeros, o tal vez sería el estruendo de la enorme catarata que bada al mar.
Parecía el resto de un naufragio, un tronco de madera a merced de los envites de las olas, un punto sólido entre tanta agua. Entre tanto salitre.
Después de hacer el muerto para recuperar fuerzas, comenzó su penosa marcha a nado hacia el trozo de tierra más cercano. A veces veía enormes sombras que nadaron con él a varios metros bajo la superficie, pero no sentía miedo, todo el miedo que se podía sentir lo vivió en el infierno y ya no estaba allí.
La noche pronto cayó sorprendiendo a nuestro amigo en su continuo movimiento de brazos y piernas. Con la oscuridad apareció el lebeche. Un golpe de mar le quitó el sentido y como un alga llevada por la corriente, el cuerpo de Rásselas se posó en la orilla de una cala.
fin de la transmisión diaria.
Próxima el día 21 de agosto.
LETANÍA DE LA AUSENCIA
Te busco y no te encuentro
Te toco y no te siento
Imploro al mar tu presencia
Y el mar me devuelve ausencia
Dónde están los besos salinos
Dónde la espuma blanca
Dónde la ingravidez
Dónde los fondos marinos
Maga sin su magia
Llamada sin respuesta
Letanía de la ausencia
Que efímero es el placer
Que largo el olvido.
Interludio:
La foto de ayer, es el "Peñón el Roncaor". La noche del sábado el mar estaba como ausente, no se escuchaba a la inmensa roca su profundo respirar.
El mar
Anoche le pedí al mar
Un ala rota, un pedazo de azul, una cadena.
Anoche el mar se olvido de todos,
Entonces yo me fui
Y el quedó como si nada
Como sin tan sólo fuera mar.
Orlando F. Menessini - Poeta Venezolano
...fin de la transmisión diaria.