31 de Octubre 2006

La guerra de piedra.

Stonher el general, tomó inmediatamente la iniciativa.

-Rásselas, solo tu puedes portar su sin mácula empuñadura.

-¿Quién yo?- Ya recuperado y en pié, miraba alrededor suyo a las miles de piedras que arrodilladas hacían una reverencia.- Yo no soy nadie no merezco esa espada mágica, y menos aun vuestra pleitesía.

-Eres amigo de los roquen, pero de mucho más aun, has traído esperanza a nuestra tierra haciendo aparecer con tu ilusión a la luna. Las Fórcidas se han marchado y sin ti no nos podremos enfrentar a la última batalla.

-¡¿Qué, cómo?!- No salía de su asombro.

-Enanos de las montañas de hierro, duendes de arena de las estepas del sur, seres del bosque encantado… todos los seres bondadosos de nuestro reino esperan tu orden para ir a la batalla.- Hizo un ademán para invitarle a salir de la cueva. – Vamos no perdamos el tiempo.

Rásselas tomó la Espada de Plata en sus manos y notó como la fría hoja le transmitía una vibración, un cosquilleo por todo su brazo. Sentía su poder, le transmitía agilidad y certeza.

Salieron de la caverna de las Grayas y llegaron a la gran playa. Allí ya estaban esperando un número incontable de seres de todo tipo. Pequeños duendes vestidos con ropas pardas y sobrero ancho, rocas en forma de bola, pirámide, cubo, irregulares, de calcita, de cuerzo, de mica, de granito, de mármol… Rásselas se montó en un unicornio blanco y se puso en cabeza.

Frente a ellos, las huestes malignas de la oscuridad se preparaban para en encuentro. Licántropos, vampiros, arañas gigantes, brujas y hechiceros oscuros, hombres de lava… y su general. Un enorme minotauro que portaba un hacha de dos filos.

Ambos ejércitos corrieron a su encuentro como dos marejadas que se chocan, provocando un oleaje de dolor y destrucción. El unicornio blanco, centelleante como la luna llena cabalgaba sobre las espaldas de bichos y engendros en busca del general oscuro.

Cara a cara, Rásselas y el Minotauro. El tiempo se paralizó.

-No hace falta un laberinto para encontrarte y encadenarte. – dijo la bestia- estás perdido te he derrotado. No podrás luchar contra mí.

Con la espada en alto iluminando la moral de su tropa se le acercó el Capitán de los Sueños.- No lucharé.
espada rasselas.JPG

El minotauro no se esperaba esta respuesta. -¿Cómo?

-Soy el eterno viajero de sueños e ilusiones, ya lo dice la canción, cruzaré los mares en mi barco pirata con los cañones acenagados y mi bandera será blanca. La incertidumbre es un sentimiento natural y necesario en la vida, sin incertidumbre no viviríamos. Pero se sufre con ella. Y no hay nada que alimente más a este sentimiento que las prisas y el desasosiego que entraña.- Rásselas saltó del caballo.- Yo me tomaré las cosas con calma, con calma llegaré al Pozo de Harán, con calma encontraré mi Ilusión como una pompa de jabón y con calma alcanzaré los brazos de Cósmica.
No Minotauro, mi lucha será desalmarme, no tienes capacidad para hacerme daño. Te acabo de destruir.

Nuestro amigo deja la espada en el suelo y se queda mirando la cabeza de toro.

La bestia alza la cabeza propinando un aullido ensordecedor. Todas las criaturas de sus huestes comprenden la situación, su general había sido dominado y ellos se encontraban sin dirección, sin estandarte. Así que huyeron despavoridos.

Todos los seres de los bosques de piedra de las planicies de las montañas gritaron de alegría.

…fin de la transmisión diaria.

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Posted by eolovano at 31 de Octubre 2006 a las 02:29 PM
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