Por fin dejé la torre y sus mazmorras.
Por fin el suave balanceo acompasado de las olas del mar, su brisa, sus sabores. Las gaviotas suspendidas de hilos imaginarios permanecen estáticas en el aire como en el escenario de un teatro.
No hay nadie en la borda, no hay sombras todo lo iluminas con tu mirada, con tu presencia emulas la creación del universo, la palpitación de las galaxias.
Quién soy yo, más que un vagabundo atado a la pata de un cometa, nostálgico de la nada, devorador de recuerdos imposibles. Pero todas las gravedades desaparecen al encontrarme a tu lado.
Y te orbito.
Como el universo es este mar lapislázuli infinito hasta lontananza, jamás inalcanzable. O tal vez este navegando sobre esa fina estela que curva la tierra y sea incapaz de darme cuenta.
Dejarme llevar, por corrientes matutinas, frescas que me desperezan, para que al atardecer se trasforme en un viento de lebeche, un rugido un huracán caribeño.
Pero siempre acompañado, de la mejor compañía. De aquella cuyos ojos continuamente ridiculizan al sol; su cuerpo, finamente cincelado por una diosa del olimpo, se contornea voluptuosamente como una poseidonia mecida por la corriente llevada por la luna.
No quiero camarotes, la cubierta y una esterilla. Quiero tener el cielo en la cabeza y el mar bajo mis pies, la vista siempre en ti y así, solo así no zozobraré en mi periplo.
Continúo pues este viaje.
...fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 6 de Septiembre 2006 a las 05:34 PMQue bueno que estes conociendo el amor,te deseo lo mejor.
un saludo.ZViejo.