La Nave de los Sueños estaba especialmente bulliciosa esta mañana, Rásselas corría de un lado para otro con gran excitación. Cacerolas, bandejas, fogones todo debía estar listo para la cena.
No sabía ni que tenía un camarote de capitán. Sus puertas siempre habían permanecido siempre cerradas, desapercibidas en la pared, como objetos meramente ornamentales.
Pero esa noche sería distinta, especial, esa noche se abrirían. Rásselas limpiaría el polvo acumulado por le paso de los años, abriría las escotillas para que entrase la luz estelar.
Porque esta noche contigo y cuando estemos diré:
Esta noche contigo
Joaquín Sabina.
Que no arranquen los coches,
que se detengan todas las factorías,
que la ciudad se llene de largas noches
y calles frías.
Que se enciendan las velas,
que se cierren los teatros y los hoteles,
que se queden dormidos los centinelas
en los cuarteles.
Que se mojen las balas,
que se borren las fotos de las revistas,
que se coman a besos a las colegialas
a los artistas.
Que se toque la gente,
que no lleguen los trenes a la frontera,
que sean cariñosas con los clientes
las camareras.
Porque voy a salir esta noche contigo
se quedarán sin beatas las catedrales
y seremos dos gatos al abrigo
de los portales.
Que se enfaden las flores,
que vuelven las cigüeñas al calendario,
que sufran por amores los dictadores
y los notarios.
Que se muera el olvido,
que se escondan las llaves de los juzgados,
que se acuerde Cupido de los maridos
abandonados.
(Estribillo)
Cuando llegue por fin mi mensaje
a tus manos, en la gasolinera
vieja esperaré;
y tomaremos juntos al abordaje
la carretera
que te conté.
Dejaremos colgada
la caprichosa luna sobre los cines
y las estatuas públicas derribadas
en los jardines
(Estribillo)
fin de la transmisión diaria.