Era realmente sensacional, un prodigio.
Durante el día era Buba, un oso pardo gigante, lento, pesado
pero durante la noche, se transformaba en Bombata, un niño asilvestrado, con el pelo revuelto y largo hasta los tobillos. No se podía estar quieto, era muy curioso, todo lo tocaba, todo lo comía.
Rásselas y el niño en seguida hicieron amistad, los dos eran buscadores y a los se habían sentido influenciados, de una manera o de otra por la Luna.
Bombata, junto al fuego, mientras comía vorazmente un buen pedazo de carne adobada contó su historia.
Él fue un niño siempre avispado, siempre se iba de caza por el bosque. Nunca fue a la escuela porque la naturaleza le proporcionaba todo lo que necesitaba. No pasaba hambre, y tampoco pasaría, porque los árboles eran generosos y los animales abundantes.
De todo ese escenario natural, lo que más le llamaba la atención eran los osos. Él siempre los imitaba, observaba lo que hacía y aprendió a cazar salmones, a coger la miel más rica, a defenderse de los lobos y a dormir. Porque dormir, es todo un arte para esa especie.
Bombata cada vez, bajaba menos al pueblo y su madre, la anciana que vivía en el tronco de un enorme roble, cada vez añoraba más a su hijo.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 11 de Abril 2006 a las 02:50 PM