Fue una simpática noche. Nuestro amigo, aun postrado en la cama fue invitado a cenar por Aliku y la Clon. Las dos hermanas gemelas se movían con similares gestos, con idénticas figuras, eran dos gotas de agua. Pero no eran la misma persona, claro que no, eran dos distintas.
Realmente por lo que contaron, la anciana, no es su madre, ella las cogió del bosque y las adoptó. Y por sorprendente que pueda parecer, no compartían lazos sanguíneos. Pero por sus risas, sus gustos musicales, sus formas
daba que pensar que realmente eran hermanas. Tal vez lo sean, a veces hay cosas que unen más que la sangre.
Nuestro amigo, cayó en un placido sueño, tal vez inducido por el vino tinto de aguja, espumoso, que bebió. Pero antes de amanecer, cuando aun estaba oscuro, cuando la habitación de techo bajo solo estaba iluminada por las ascuas de la chimenea Rásselas se despertó.
-Puedes seguir durmiendo, no te preocupes- La voz de la abuela era tierna.
-No, casi que prefiero ver como se despierta la mañana desde la ventana.
-Muy bien- se aproximó la mujer madura como las raíces de la Tierra-. Toma esto, cógelo.
A nuestro amigo se le heló la sangre al notar en la palma de la mano, lo que la señora le había depositado. Era la punta de una flecha de bronce afilada como un bisturí.
-Sagitario te disparó, pero tu corazón de madera impidió que te atravesase. Se podría decir que te salvó la vida.
-¿Pero por qué me disparó?- Dijo con una voz vibrante y preocupada.
-Eso nunca se sabe, es un ser receloso, tal vez te aproximastes a su si territorio. O tal vez la flecha tendría algún ungüento mágico. Si tu corazón llega haber sido de carne, algún resultado especial hubiera ocurrido. Te habrían hechizado.
La abuela se movió a un lado transportada como siembre sobre el caparazón de la tortuga. Al moverse, dejó la mesa al descubierto, sobre su rústica superficie se encontraba un tarro relleno de un líquido ligeramente amarillento y un trozo de madera seca.
La señora de grandes ojos los abrió de par en par, mostrando sus pupilas dilatadas por la penumbra.- Rásselas, para salvarte tuve que extirparte el corazón.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 22 de Marzo 2006 a las 06:13 PM