En este viaje singular por el gran océano de Ultramar, Rásselas andaba nervioso por la situación. Había que tener en cuenta que se encontraba en el mismo planeta origen de Poseidón, el dios del mar. Y que su palacio se debía encontrar en algún lugar marcado por un punto cardinal.
Sabía que el encuentro con él sería realmente gramático, será un combate sin igual, utilizaría como armas una dialéctica imposible de palabras impronunciables.
La tarde avanzaba ya madurando el sol hacia su ocaso diario, dejando su marca roja como una promesa que dice que mañana renacerá otra vez. Pero el cielo era aun brillante cuando los scaners de la cápsula en la que viajaba detectaron un movimiento.
Miró las coordenadas de tal objeto y comprobó que se encontraba justo encima de su cabeza. Salió corriendo al exterior por la pequeña abertura de la escotilla.
Al mirar hacia arriba pudo observar como una raya brillante partía la bóveda celeste en dos mitades simétricas. Era una saeta de fuego que descendía a una velocidad vertiginosa.
Un meteorito Se dijo, y como era todo una novedad en esa quietud de los mares, puso en marcha los motores de la nave y navegó a máxima velocidad hacia el lugar donde había caído.
Se supone que el impacto del objeto sobre el mar, debería haber provocado una ola gigantesca, unas ondas enormes sobre la superficie marina. Pero nada de ello hubo.
No faltaba mucho para llegar al punto cero cuando se podía divisar una estrella flotante a pocos centímetros del agua.
Nuestro amigo, protegido por unas opacas gafas de sol, pudo acercase muy lentamente a esa pequeña estrella.
Como tal no era una estrella, sino una pequeña roca fragmentada, en un tiempo tal ves seria el vestigio de una antiquísima losa de proporciones enormes.
Con mucho nerviosismo, casi con miedo, con la mano temblorosa... Rásselas alzó el brazo y cogió el pequeño trocito de piedra. La sorpresa no tardó en llegar.
¡Un trozo de la Piedra Roseta!. Así era, trataba de un pedacito de la tan anhelada Piedra Roseta, en ella alberga todas las respuestas que serian capaces de traducir la existencia misma de nuestro amigo.
Tomo el pedazo con las manos y lo atrajo hacia si. En ese momento, él se puso a flotar y sobre el mar. Dentro de una burbuja fluorescente se encontraba él y un antiguo amigo, alguien que le repercutió en tal medida en su vida, que no podría concebirse así mismo sin tal suceso.
Hablaron, hablaron durante horas, sacando a aflorar antiguas heridas del pasado para cicatrizarlas... Esa conversación dio fuerzas a nuestro amigo para seguir adelante en su eterna búsqueda, en ese eterno viaje de sueños e ilusiones, eterno viaje de amores.
...fin de la transmisión diaria.
pase a saludar...un besote
Posted by: netesfera on 8 de Mayo 2005 a las 12:21 AMMuchas gracias.
Puedes entrar las veces que quieras y sin llamar a la puerta.
Un abracico.
Posted by: rásselas on 10 de Mayo 2005 a las 10:29 AM