9 de Marzo 2005

El laberinto de la Incertidumbre.

Tuve que apretar los dientes y los puños, dejé de mirar la consola de mi antebrazo y alcé la vista para ver a mi interlocutor. No vi nada, pero sabía que él o ello estaba allí.
-Bienvenido al laberinto de la incertidumbre- Volvió a repetir esa voz de trueno que sonaba como un diablo.
-¡¿Quién eres?!-Me alcé de valor-¡¿qué quieres de mi?!
-Soy nada, y quiero todo lo de ti. Estas en las puertas del Laberinto de la Incertidumbre. No tienes vuelta atrás. Si quieres salir, deberás encontrar la salida en sus oscuras entrañas, pero cuanto más tiempo pases, más te costará encontrar ese camino. Irás olvidando quien eres y a donde vas, no recordarás a tus seres queridos, ni nada que te haya producido placer o emoción.
-¡¿Pero por qué?!-Grité mirando hacia arriba pensando que esa horrible criatura debía ser colosal.-¡¿qué he hecho para merecer semejante castigo?!¿No era suficiente el que me puso Poseidón viajando por el firmamento en busca de Ítaca, de una ilusión inalcanzable?
El ente se fue alejando entre risas. Y allí solo me quedé.

No tenía otra cosa que hacer, así que me puse manos a la obra. Avancé hacia delante y en seguida me di cuenta que estaba en el interior de una edificación o un subterráneo. Pisaba losas y noté que las paredes de ese húmedo y lóbrego pasillo eran estrechas.
Las baterías de la linterna no tardaron en agotarse, así que continué con la débil fluorescencia de la consola portátil.

Por un momento, sentí que algo o alguien me seguía. Mi nerviosismo aumentó, el desasosiego se transformó en pánico y salí corriendo.
Pasillos a la izquierda, pasillos a la derecha, escaleras que suben, que bajan en forma de caracol, puertas grandes, pequeñas, estrechas.... ese sitio era interminable.

No podía permitir que el miedo controlase la situación, así que quise ser coherente. Me paré por un momento y comprobé si había brisa.
Por suerte, los trasductores de presión notaron un gradiente hacia el norte. Tomé ese pasillo convencido de que por fin saldría de allí.

Al dar un giro pude ver la luz, casi me ciega. Entré en una estancia de piedra con una doble hilera de columnas de granito a ambos lados. Al fondo una pequeña puerta de reja por al que entraba la luz del día.
rasselas_puerta_laberinto.JPG
Por más que intenté abrirla, fue todo en vano. No hubo forma... El soplete se gastó, y ese extraño metal, aparentemente oxidado era inmune al laser.

El ente, seguía allí, se acercaba deprisa y debía hacer algo. Estaba claro que por esa puerta no podría escapar del Laberinto de la Incertidumbre.

...fin de la transmisión diaria.

Posted by eolovano at 9 de Marzo 2005 a las 05:28 PM
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