Al amanecer, cogió Rásselas apresuradamente lápiz y papel para escribir un texto. Lo introdujo en una antigua botella de ron y lo lanzó a la calmada llanura blanca.
Al impactar esta, el hielo comenzó a derretirse, millones de hectómetros cúbicos iban inundando el planeta como si de un gran terremoto global se tratase.
Rásselas corría hacia la nave. Sabía que el planeta de los sentidos era engañoso
tal vez todo era un espejismo más. Pero a Poseidón se llega por medio acuático
ahí tiene su mensaje, y Rásselas su descanso.
Devoradora de sentimientos.
Maldita maldición Poseidónica
Que me persigue.
Que me hace arrodillarme
Y humillarme ente mis propios ojos.
Corte de pelo,
Calo, ciego como Sansón ante los filisteos.
Pero ante las columnas del templo
Invoco a Dios.
Quiero escapar;
Salir corriendo con la onda en mis manos
Y derrotar por fin a ese Goliat
Que soy yo mismo.
Desnudo, frío, inmóvil,
Veo el reflejo de mi rostro en los charcos
que han producido mis lágrimas.
En esta odisea, que muero mas veces que la tripulación del Magallanes
En esta búsqueda, que debe cruzar miles de millones de galaxias.
Pido una tregua,
Un minuto nada más.
Para pedir perdón por todos mis pecados,
Por todos mis errores.
Y volver a empezar.
Empezar sí,
Pero con la ilusión renovada.
Empezar sí,
Pero para ir en tu búsqueda
Mi Ítaca.
Rásselas