Historias Logarítmicas

Atardece.

Ayer, el sol se precipito sobre el desnaturalizado horizonte murciano, era un meteoro lento, un platillo que no vuela. Ayer, me quedé solo mirándole, parecía ser la única persona en el mundo que se fijaba en los últimos minutos de su gloria. Había perdido todo el poder del medio día, su corona de zenit.

Ayer mi alma se despeñó de igual forma al comprender, al entender que de nada sirve la compresión si no va ligada a la pasión.

Pero ya es tarde, no hay nada que hacer.

Pero es tanta mi necesidad de compartir, de dar, de disfrutar con reciprocidad que…Escribiría todos los poemas del mundo en un solo verso, y seria tu nombre. Y lo invocaría en los momentos en la que el miedo o la soledad se cernieran sobre mí como los nubarrones de una cercana tormenta. Sería la primera palabra de la creación del universo.

Sólo pensar en ti, cuando algún día llegue a conocerte, levantaré planetas como atlas con la tierra, cruzaré todos los meridianos del mundo para estar cerca. No me importará la distancia.
He aprendido del error, de cargar estos botones que llevo al cuello y destruyen mis sentimientos como un vórtice en alta mar.

Y soy un cartucho de dinamita que solo le falta una chispa para prender su mecha y explotar, que tan solo me hace falta escuchar ven, para doblar en pliegues todas las latitudes e imposibles. Porque estoy dispuesto a todos los compromisos a todas las eternidades.

Tu, palpitación universal que todo lo mueve, que todo lo condiciona.

Guardaré mi eterna espera, mi eterno sufrimiento.

...fin de la transmisión diaria.

Posted by eolovano at 6 de Julio 2007 a las 04:39 PM