Han pasado muchos días desde que llegué al borde mismo del universo, ese frío vértice donde se pliegan las realidades y se precipitan las emociones.
Estoy muy cansado, todo el día delante de mi consola no pude ser sano. Tanta concentración hace que se altere mi estado de percepción o tal vez remueva posos en mi interior.
No se, el caso es que tengo hambre y esta noche no habrá cena.
Hambre.
Tengo hambre
Estoy anémico.
Me muero de inanición,
Vivo en la anorexia de sentimientos.
Tengo hambre de abrazos.
Saciarme con una copiosa cena
Al calor de una vela.
Arropados con esa luz tenue
En la intimidad de las largas sombras.
Como los largos abrazos,
Que se proyectan en la pared
Buscando tu cuello.
Hambre, qué hambre tengo
De un susurro permanente en mi nuca,
De que se me erice el vello
Al paso de tus dedos.
Me siento mareado,
Casi extasiado,
por la larga penitencia no elegida.
Por este huir de fuerzas y pasiones
Ya casi no siento nada
Desfallezco pálido.
Dejo caer mi cuerpo liviano sobre un colchón
De sueños anhelados.
Este largo ayuno
Que nunca termina
Hace que muera.
Que muera por
hambre de abrazos.
Llega la noche y anhelo un manto de lunas y estrellas. Tengo hambre de buscar -y encontrar- el mismo borde de tu universo... ver la curva de tu sonrisa..