Parece que han pasado mil año y tres mil noches desde aquella. En la que nos limitamos a hablar y observarnos, a sincerarnos y a conocernos. Porque ese es uno de tantos sentidos que tiene la vida, el conocimiento, vivir nunca a solas, como dijo José Luis Sampedro, pero la vida se vive más intensamente aun con una mente ávida de conocimiento, curiosa, inquieta
Los interrogantes deben ser una invitación a la exploración no un obstáculo.
Llegó el equinocio y con él, la primavera. Fue como un terremoto en la floresta al despertar miles de millones de flores haciendo reventar sus capullos de colores. Eran delicadas trompetas que miraban al cielo saludando al sol y al viento.
Pero nos arrebataron una hora, no disponíamos de mucho tiempo y nos despojaron de sesenta minutos de abrazos. Cuando en menos de un nanosegundo se creó el universo, no me puedo imaginar lo que perdí. Esa hora tenía un gran valor, es tiempo, ficticio, imaginario, irrecuperable.
El último beso fue como la despedida última en un andén parisino. Mis ojos licuados pesaban y al mirar al suelo vi un símbolo.
-Mira- dije.
-¿Qué es- me preguntó con curiosidad.
- Es omega, la última letra del alfabeto griego.
-No. No me gustan los finales.
-A mi tampoco, pero un final, también puede dar paso a un principio.
Era cierto, un final que da paso a un principio. Mi vida siempre la había considerado como una espiral logarítmica, pero ese día tenía la sensación de alterar el destino. Por primera vez, algo que acaba brindaba la oportunidad de continuar en esa historia interminable que es nuestra existencia. Era como afrontar el anillo de Uroboros.
Para separarnos tuve que salir corriendo, porque si no, sabía que al final nunca me iría. Pero el tiempo corre y aunque tengamos la sensación que en un determinado momento se ha detenido. Somos nosotros los que estamos quietos acurrucados.
Corrí, corrí y corrí hasta girar una esquina y encontrarme por sorpresa a Ups.
Me subí otra vez a su concha y mi amigo, el cangrejo ermitaño, volvió a ascender por el hilo que une a todos los astros.
Ahora andamos lejos, muy lejos, lejísimos más aun.
Voy al confín del universo, al borde mismo donde comienza la fría y congelada nada.
Pero te llevaré conmigo.
[...] Viento.
EXTRECHINATO
Déjame ir contigo rebelde y risueño.
Déjame ir contigo, libre como el viento.
Déjame ir contigo que en tí están mis sueños.
Déjame ir contigo...
o se irá mi sueño.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 4 de Abril 2007 a las 10:34 AM
¡¡¡Yo te dejo ir... pero si eres tú el que te vas!!!
Creo que nos hacen falta unos cuantos equinoccios, noches, primaveras, horas... por lo menos es mi deseo. Quiero estar ahí. O allí. O aquí. Pero contigo, más tiempo. Joder.
Llévate también abrazos y besos para toda una semana, de todos los tipos y sabores, para los días y las noches. Te voy a echar de menos, sobre todo a tus historias.
Quisiera poner "alfas" a todos nuestros pasos.
El mundo se creó en un nanosegundo, uff, eso es impresionante. ¿Existe el tiempo? A veces me lo pregunto, pero no encuentro la respuesta: es lineal o multisecuencial?
Sin duda la vivencia del tiempo es subjetiva. ¿O no? Ahora son las 21'30. Eso es irremediable. Y cuando leais esto ya será después. ¿Existe alguna ecuación que despeje el tiempo subjetivo? ¿Son éstas preguntas reóricas?
Saludos desde el Tiempo. :)
Posted by: josema on 8 de Abril 2007 a las 11:07 PM