Ahora entendía, Ups era un cangrejo ermitaño, pero de una especie muy singular. Era un tejedor de estrellas. Podía medir centenares de metros, incluso kilómetros. En algún lugar de tantos como había visitado había oído decir que existen cangrejos tejedores de estrellas del tamaño de planetas. Son los verdaderos titanes de universo.
Crecen a una velocidad sorprendente y viajan de mundo en mundo agarrando sus patas a los hilos y costuras que enraman todo el entramado del universo, el telar de Dios.
Puede parecer fantasioso, pero cada planeta, cada estrella o cometa todo, esta unido por unos finos hilos, todos los objetos celestes están suspendidos de unos lazos luminiscentes y preciosos solo visibles con la imaginación. El cosmos es una gran lámpara de pedrería.
Este tipo de cangrejos, son capaces de viajar andando por esas finas hebras buscando un hueco. Cuando tienen el tamaño suficiente y encuentran el suyo, comienzan a tejer sobre si mismo trenzando sobre si mismo un precioso capullo luminiscente. Nunca dejarán de coser jamás y lo que era una bolita de luz, se convertirá en una estrella más.
Tuve un golpe de suerte, la balsa con el ordenador portátil, la antena y la baliza estaban a salvo. Pero no me quedaban ganas de transmitir, después de tantos años de singladura, estaba extenuado.
La desidia se apoderaba de mi como un virus infeccioso. Y cada vez cobra más y más fuerza mis ganas postear.
No es algo nuevo, hace unos años así me sentía, es por esos momentos por los que adquirí mi seudónimo: Rásselas.
Os lo volveré a contar, porque expresa con espeluznante precisión como me siento.
Todo empezó en el curso de 1º de FP 1993/1994 en la clase de ética. Allí un profesor muy particular nos obligó a leernos un libro La historia de Rasselas príncipe de Abisinia En ese momento el libro no me dijo nada, de echo no me gustó en absoluto.
Años más tarde, en el 2002, retomé esa novela de mi estantería y volvía a leerla.
¡Fue todo un descubrimiento! No solo la historia me encantó sino que me sentí profundamente identificado con el protagonista. Después de esto tomé una decisión que talvez afecte a toda mi vida.
Os voy a mostrar un pequeño párrafo para ilustrarme:
(Rasselas es un príncipe que se encuentra recluido en un palacio de por vida con todo los lujos que se puedan soñar)
Tal extraña disposición en su estado de ánimo hízole objeto de atenta observación. Uno de los sabios, de cuyo trato había disfrutado en el pasado, lo siguió en secreto con la esperanza de descubrir la causa de su inquietud. Ignorando que hubiera alguien cerca de él, Rasselas, que llevaba un rato con los ojos clavados en unas cabras pacían entre las peñas, comenzó a comparar su condición con ellas.
¿Cuál es-decía- la diferencia entre hombre y animal? Cada uno de los animales que vagabundean por aquí tienen las mismas necesidades físicas que yo; tienen hambre y pacen, tienen sed y beben del arroyo, calmadas la sed y el hambre, se sienten satisfechos y duermen; se levantan otra vez y tienen hambre, pastan de nuevo y se encuentran a gusto.
Como ellos, siento yo hambre y sed, paro después de calmar la sed y el hambre no estoy a gusto; como a ellos la necesidad me aflige, pero no quedo satisfecho, como quedan ellos, cuando me lleno. Las horas interdías son aburridas y tristes; quiero tener hambre otra vez para poder avivar la atención otra vez.
Las aves picotean las bayas o granos y marchan volando a los bosquecillos donde, aparentemente felices, se posan en las ramas y pasan la vida modulando una serie de sonidos. Igualmente puedo yo llamar al tañedor y el cantante, pero los sonidos que me pluguieron ayer, hoy me aburren, y serán más aburridos aun mañana. No hallo en mí ninguna capacidad de percepción que no se sacie del placer correspondiente, y sin embargo no me siento satisfecho. Sin duda el hombre tiene algún oculto sentido al que este lugar no se puede satisfacer, o tiene algunos deseos ajenos al sentido que tienen que satisfacerse para que pueda ser feliz.
[
]-Huyo del placer -dijo el príncipe- porque el placer ha dejado de ser placentero; ando sólo porque me siento desgraciado y no estoy dispuesto a aguar con mi presencia la felicidad de otros.
-Señor dijo el sabio-, eres el primero que se queja de ser desgraciado en el Valle Feliz. Espero poder convencerte de que tus quejas carecen de verdaderos motivos. Aquí te encuentras en verdadera posesión de todo lo que el emperador de Abisinia puede ofrecer; no hay aquí ni trabajo que soportar ni peligro que temer, aunque hay todo lo que el trabajo o el peligro pueden procurar o adquirir. Mira a tu alrededor y dime cual de tus necesidades no puede ser satisfecha; si no necesitas nada, ¿Cómo puedes ser tan desgraciado?
-El no necesitar nada -dijo el príncipe- o no saber que es lo que necesito, es la causa de mis quejas; si tuviera alguna necesidad conocida, tendría algún deseo; me movería a la acción, y entonces no me quejaría de ver al sol moviéndose tan lentamente hacia la montaña de poniente, ni me lamentaría cuando rompe el día y el sueño no me puede esconderme de mi mismo. Cuando veo a los cabritos y corderos persiguiéndose unos a otros, imagino que sería feliz si tuviera algo que perseguir Mas, pues que poseo todo lo que puedo necesitar, encuentro que las horas y los días son todos exactamente iguales, salvo que el último es aún más aburrido que el anterior. Que tu experiencia me enseñe como podrá el día parecerme ahora tan breve como cuando era niño, cuando la naturaleza era tierna todavía y cada momento me mostraba lo que nunca antes había visto.
Ya he disfrutado demasiado; dame algo que desear.
Quedó sorprendido el viejo de esta nueva especie de aflicción y no supo que contestar, aunque no quería permanecer callado.
-Señor dijo-, si hubieras visto las desgracias que hay en el mundo, sabrás cómo valorar tu actual condición.
-Ahora mes has dado dijo el príncipe- algo que desear; anhelaré ver las desgracias del mundo, ya que es necesario verlas para ser feliz.
Bien, este párrafo describe con absoluta y escalofriante precisión mi sentir en Valencia una vez acabada la carrera.
Como Rasselas, tenia mis necesidades atendidas. Disfrutaba de un buen puesto de trabajo y un futuro. Pero no era feliz. Me sentía encapsulado en una forma de vida que era ajena a la mía. Mi lugar era otro, mi lugar era donde estaban los míos: mi familia, mis amigos, mi paisaje
Así, que como Rasselas, lo dejé todo en busca de la felicidad
y sabía dónde encontrarla.
La noche estaba muy avanzada y el cielo raso nos regalaba un mosaico de estrellas.
Ubs comenzó a moverse y a cantar una canción preciosa. Tal vez intentase animar a Rásselas. Movía las patas delanteras y de ella, de sus puntas surgió una luz tenue. Al principio era como un fuego fatuo que flotaba en el mar, después se intensificó.
Fue cuando nuestro amigo pudo contemplar por primera vez el cordón umbilical que une a todo el universo. ¡Incluso el mismo tenía uno que se salía del ombligo!
Por un fugaz momento se preguntó donde se encontraría el otro extremo.
Sin duda muy lejos de alli.
Ups se levantó del mar agarrado a la fina cuerda de plata brillante. Subió pesadamente unos metros y una vez en vertical. Anduvo por ella como lo podría haber hecho una araña en su liviana tela.
Ascendieron por el cielo dejando atrás el mar de las incertidumbres y las nostalgias. Dejando detrás el planeta del Pozo de Arán. Sin duda, Rásselas había cambiado, algo había ocurrido. Ya no era el eterno viajero de sueños e ilusiones. A partir de ahora sería el soñador errante. Un nómada de emociones, un vagabundo de sensaciones.
Comenzó su nuevo peregrinar abrazado a la tristeza.
...fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 6 de Marzo 2007 a las 10:52 PM
Menos tristezas, muchacho. Esperaré ansiosa a saber las nuevas aventuras...
Me gusta la historia del Príncipe de Abisinia, voy a ver si me la busco, que igual me ayuda.
Posted by: Malak on 7 de Marzo 2007 a las 12:26 PM