A miles de años luz se encuentra ya los Jardines de Hesperia, ese Eden de verano, donde estuvo nuestro amigo y Pet viviendo aventuras y emociones.
Ahora Rásselas, después de haber lanzado su botella al mar interestelar, debe subir otra vez una montaña para trazar un rumbo correcto.
Poco a poco la Nave de los Sueños se aproxima a un pequeño planeta marrón, próximo a un sistema binario de estrellas.
El planeta se llama Ígneo y allí debe superar una de tantas pruebas que le conducirá al Pozo de Arán. Debe subir la cordillera de las incertidumbres, alcanzar su cúspide y virar desde lo alto todas las posibilidades que se abren a su paso.
La incertidumbre no es más que la reacción al desconocimiento de lo que puede acontecer. Esta emoción nos puede llevar peligrosamente a las oscuras y tenebrosas sendas del miedo y la angustia.
Por eso, con esfuerzo, con el sacrificio de cada paso, Rásselas ascenderá por la pendiente. Metro a metro, centímetro a centímetro irá despejando sus dudas y su incertidumbre.
La nave pliega sus velas y con ligeros movimientos comienza el protocolo de aterrizaje. La llanura, polvorienta y abrasada por el sol, ve rota su eterna calma al partirse el cielo con un estruendo y una línea blanca como una saeta de humo.
Comienza una nueva aventura para el fin de semana.
fin de la transmisión diaria.