Desperté de esa ensoñación y volvía a la realidad de otra.
Andaba descalzo por la orilla de la laguna, cubierta por árboles como catedrales, el krook seguía mis pasos más lentamente, a veces se detenía un momento cuando olfateaba alguna flor o alguna suculenta hierba para saciar su apetito voraz.
Recuerdo que cogí mientras le esperaba un guijarro y lo lancé con fuerza tangente a la superficie del agua. Este dio varios saltos rompiendo su perfecta calma de oxidiana. Pero al cuarto impacto se detuvo en seco, sin producir hondas en el líquido.
Era realmente extraño y fascinante ver allí una piedrecita balanca suspendida a tan solo unos milímetros del agua, parecía que flotaba.
Lancé otra aun con más fuerza e ímpetu, pero solo pudo dar dos saltitos esta vez, ya que al tercero surgió una mano blanca luminiscente que la atrapó.
Poco a poco, fue apareciendo del interior de la laguna, una figura de una mujer realmente hermosa.
Y cantó mientras el krook y yo la mirábamos maravillados.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 22 de Junio 2006 a las 06:34 PM