Todo fue rápido y certero. Dos andanadas de disparo y un torpedo de disrupción dejaron a la Nave de los Sueños completamente inerte. Como una cáscara de nuez flotando en la nada.
Rásselas y Egle se incorporaron del suelo, habían sido catapultados al otro lado de la estancia junto a decenas de objetos que antes ocupaban unas mesas.
Otra vez fueron engullidos por el gran tentáculo azul y llevados a las bodegas de la nave de Atalanta.
Los dos amigos, cegados por la alta iluminancia salieron a la cubierta protegiéndose sus ojos con las manos.
Y allí estaba ella, toda erguida, toda lista para un combate.
-Os di una oportunidad para salir de los dominios del Jardín de Hespérides, y no habéis tenido suficiente fortaleza para aprovecharla. Os habéis dejado derrotar.- Levantó la espada refulgiendo su hoja con un halo resplandeciente y cegador.- Debéis perecer.
-¡No!- Se adelantó Egle intentando sacar algo de su bolso.- Debes saber algo antes. No somos enemigos del Jardín, yo misma soy una de las niestas de Hespero e hija de Atlas. Yo he sido quien ha recuperado la manzana robada y es a mi a quien corresponde dejarla en su lugar.
Atalanta, con los ojos desorbitados hincó las rodillas en el suelo al ver el venerado objeto.
-Mi señora, suplico perdón por mi actitud ante usted y por mi ceguedad al no reconocerla.- La espada cayó al suelo ralentizada por el tiempo.
-¡Quedas perdonada¡- Cambió si rostro, su forma, su voz. Ya no era una niña perdida, ahora era una reina.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 14 de Junio 2006 a las 06:23 PM