Ayer navegando por el inmenso espacio se avecinó una gran tormenta cuántica y me engulló hasta sus más profundas y oscuras entrañas.
Tan oscuro era que tuve que detener la nave y dejarme arrastrar por las corrientes gravitacionales.
No se veía nada tras los cristales de las escotillas, ni del radar, ni del sonar, ni de ningún sensor de la Gran Computadora de abordo, un color verde plomizo me lo impedía.
Sentía una fascinación, mezcla de emoción, alegría y miedo. La verdad que llovía estrellas fugaces, tantas que temía ser arrastrado hasta el mismísimo corazón de la borrasca, o que algún asteroide, perdido se chocasen contra el fuselaje de la nave, eso podía ser nefasto.
Cristales de hielo se adherían al armazón de la Nave de los Sueños, todo vibraba, todo se movía con furia. El sonido ensordecedor se propagaba por todos los pasillos,
Cuando la virulencia de la tormenta se estabilizó, conecté nuevamente los motores de plasma y continué mi viaje, aun así, bajo una intensa lluvia cuática.
En la proa observé una estrella y en la popa las espesas nubes cerraban el cielo a cal y canto. Así que parecía que salía de un túnel, un inmenso túnel, tan alto como el cielo.
El paisaje tenía una visión invernal, todo oscuro, pero bañados por los fuertemente oblicuos rayos del sol. Hubo un momento que al tener esa estrella de frente, todo se veía blanco y amarillo, todo parecía un espejo al reflejar en los cristales de hielo espacial.
Una maravillosa e inusual visión, fue ver un enorme arcoiris que coronaba toda la Metrópoli de Murcia-murciandäe, mucho simbolismo
Así que no lo dudé, salí con mi escafandra en su búsqueda, ayer tarde quise capturar un arcoiris, una esperanza.
Una esperanza.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 8 de Septiembre 2005 a las 05:36 PM