Rásselas continuaba su trasiego por los interminables pasillos de la Nave de los Sueños. Entraba en dependencias nunca antes visitadas y comprobaba lo enorme que era ese galeón espacial. Parecía que no tenía fin, a cada sala llegaban varios pasillos, en cada pasillo decenas de puertas a otras salas.
Pero varios niveles más abajo, el display de la puerta seguía brillando y escribiendo números y letras a una velocidad asombrosa. De golpe se detuvo, sonó unos pitidos electrónicos y se abrió la puerta.
De ahí surgió una enorme y tenebrosa sombra que se deslizó por las paredes y suelos del pasillo hasta el puente de mando.
Nuestro amigo andaba despreocupado cuando todas las luces se apagaron, las tuberías chirriaban y vapor de agua salía por las rejillas de ventilación. Las sirenas rotatorias del techo se pusieron en marcha provocando un caos ensordecedor. Aumentado aun más por el repetitivo mensaje de la Gran Computadora que decía una y otra vez ¡Fallo en las escotilla de popa, descompresión total...!
Como arrastra un huracán a un diente de león Rásselas salió volando dándose golpes en la cabeza, brazos, rodillas... Intentaba sujetarse a algo para mantenerse seguro y evitar salir despedido al espacio exterior.
Pudo agarrarse a la manilla de un armario de supervivencia, sacando fuerzas de la nada, y en absoluta oscuridad, pudo abrirlo e introducirse en el. Rápidamente, sin perder tiempo, se puso un traje espacial. Mientras, la puerta golpeaba y se retorcía como queriendo salir despedida de sus goznes.
En unos minutos todo paro, un silencio sepulcral y cósmico todas las cavidades de la nave. No había oxigeno, no quedaba aire.
Con extremo cuidado salió al pasillo ya iluminado por las rojas luces de emergencia.
...fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 26 de Mayo 2005 a las 05:40 PM