La nave ascendía de la tranquilidad de los fondos oscuros oceánicos hasta llegar a la virulenta superficie. Otra ves, Rásselas se las tenía que ver con la tempestad.
Muy lejos de ahí un sol radiante regalaba un cálido día para los habitantes de palacio.
-Ssseñor, hemos encontrado una pequeña fuente de radiación en el corazón del mar de las dudas.- Dijo con extremada precaución un cónguiro con sus ojos como dos sartenes oscuras.- Por unas horas esa señal había desaparecido, resulta que hace unas horas ha vuelto a parecer de la nada.
-¡¿Cómo?!- se levantó el rey del mar de su trono de corales.-¡¿De qué se trata?!
-Rasssselasss mi amado señor.
La túnica marina del dios, siempre como una apacible cascada, como una fuentecilla que resbalaba desde su cadera, se oscureció y se transformo en olas rabiosas contra una escollera.
-¡¿Cómo es posible?!- Grito con furia alzando su luminiscente tridente al rojo vivo sobre su cabeza- ¡Os dije que lo destruyerais!
Se puso a girar sobre si mismo, creando una espiral de corrientes marinas que arrastraban a su paso todo. El día tropical que hacia en ese distante mar, se volvió oscuro y tenebroso. Un gran torbellino se formó en el agua como un embudo gigantesco.
Rásselas estaba lejos de allí, pero su pequeña nave a merced de las olas, de las corrientes, de los vientos... no podía luchar ante lo inevitable. Él, antes de que sucediera el desastroso final, sabía de qué se trataba. Otra vez Poseidón, siempre Poseidón.
Fue lanzado dando miles de vueltas alrededor de las temibles faldas de Dios, la espiral se cerraba sobre él. Por faltaba ya.
-¡¿Qué te has creído tu insignificante mosquito?!,¡¿piensas que podías engañarme?!
Yo soy el rey de los mares, el rey del destino, el señor de las Parcas que tejen tu hilo. No tienes nada que hacer conmigo. Mi castigo seguirá vigente y aun más estricto por haberte reído de mi. Por haber besado de corazón en la playa profanándola.
Y con esto golpeó la pequeña cápsula con su tridente expulsándola del planeta.
Todos los paneles chisporroteaban, había humo en la pequeña carlinga y Rásselas se sentía morir. Todo daba vueltas. El fuselaje de la nave estaba destrozado por el impacto, al igual que las baterías y los sistemas vitales.
Poco a poco todo se fue enfriando, tanto que apareció escarcha en el interior de la minúscula cabina. La esperanza estaba en la Nave de los Sueños.
Pero, ¿cómo llegar a ella sin combustible?
Antes de que los monitores se desconectasen definitivamente, pudo ver la última lectura de los escaners: la Nave de los Sueños, se hallaba en una orbita geoestacionaria, muy distante de allí, demasiado para llegar por sus medios.
¿Qué hacer ahora?
...fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 12 de Mayo 2005 a las 05:14 PM