El virus comienza a disminuir
poco a poco mi cuerpo maltrecho vuelve a su normalidad.
Pero los momentos de sosiego se acaban. Los lindes de la Nebulosa de los Retos están próximos. Cuatros meses de travesía, las distancias espaciales son enormes, inconcebibles para la mentalidad humana. Solo se pueden comprender con la imaginación.
Esta tarde me he ido en busca del sol, mientras la gran estrella se ocultaba tras las finas nubes nebulares, licuadas como una acuarela
me negaba a abandonar el día. Tomé un pequeño vehículo de transporte y me aproximé al limbo solar.
Mi planeta refugio; sí ese que cuenta con un puerto que me protege y un faro que me guía es el lugar donde vive el sol. Siendo la luz el color del sol que todo lo cubre, que todo lo abarca. En los momentos más oscuros e inhóspitos cualquier lugar de su costa finamente trazada sirve para tener una comunión directa con el creador.
He visto como el sol se oculta, pero me ha quedado la esperanza de verlo resucitar otra vez por lontananza. La mar, cada mañana, vuelve a parir la estrella que inunda de vida todo lo que ilumina.
Me siento dichoso, afortunado
amo a la mar. Toda ella me infunda respeto. Fuente de todo, origen de mi universo.
Pero a veces se vuelve tenebrosa y despiadada. No puedo dejar de pensar en las miles de muertes en el océano Índico. En los millones de desamparados
me gustaría colaborar en algo, por poco que sea.
Dejé la roca donde divisaba el atardecer y regreso a mi refugio pensando en ello.
fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 5 de Enero 2005 a las 07:32 PM