Estimados amigos que cada día orientáis vuestras antenas para recibir mis transmisiones. Esta que os trasmito lo hago con carácter de urgencia. Escribo a las 22:30h desde mi receptáculo en portátil para protegerme del frio exterior.
Mañana, la gran computadora de abordo emitirá a 34.000.325 Megahercios. A todas la regiones conocidas y desconocidas.
Estamos en guerra, de ahí mi silencio de estos dias.
Camino de la región de la incertidumbre, la nave se insertó en una zona inestable. Explosiones de rayos ganma amenazaban el fuselaje. Nos protegíamos a la sombra de grandes asteroides, pensando que la línea curva sería la más propicia para salir de aquel infierno
pero después de aquel caos
cuando pensábamos que todo estaba en calma. Llegamos a un planeta. Según la base de datos de la computadora central, se denominaba Burocra, y los habitantes de allí mantenían el culto del orden y del laberinto.
Los retrocohetes de proa se encendieron con un gran rugido al entrar en la atmósfera, varias escotillas estallaron provocando el vacío en los el sector J-7, activándose de inmediato los sistemas de seguridad. El protocolo de aterrizaje de emergencia impidió un nefasto final sobre la superficie del planeta.
Toda la tripulación colaboró en los momentos de angustia y desesperación. Pero parecía que el peligro se cernía sobre nosotros.
Cuando pasó todo y el polvo se asentó, pudimos comprobar que la nave se había estrellado en el interior de un gran laberinto. Los controladores de los motores de plasma estaban averiados y no había forma de repararlos.
No hubo más remedio que establecer un plan de emergencia y excepcional. Después de realizar una reunión con los miembros de confianza, dado que la moral mermaba y los nervios se desataban, decidimos comenzar una proeza.
Los escáneres de la nave habían detectado un foco de actividad un foco de gran actividad. Decidieron que fuese yo a pedir ayuda.
Con un pequeño aerodeslizador, me desplacé con rapidez por los pasillos del laberinto. Las paredes eran de piedra roja de unos quince metros de altura.
Después de 72 horas de vuelo, pude llegar a una gran plaza de dimensiones kilométricas; y en el centro, un palalelepípedo de cristal. El PDA de mi bolsillo me indicó de lo que se trataba
era uno de los edificios más terroríficos de la galaxia: Burocracia Central. El gran laberinto burocrático donde uno fácilmente podía perderse entre formularios, procedimientos, certificados
Si quería conseguir las tarjetas necesarias para reparar la nave debía entrar allí y salir con ellas.
Dejé el aerodeslizador en las proximidades y entré con determinación.
Pensaba que serían pasillos y más pasillos solitarios, nada más alejado de la realidad. Un ejercito de robots movían documentos de un lado para otro. Robots de todas las formas y colores provocando sonidos electrónicos a su paso. Pasillos de varias alturas, apiladas una encima de otras, estanterías, escaleras, terminales de computadoras
He estado todo el día buscando soluciones, pero a cada puesta, he encontrado otra y otra en un ciclo repetitivo y absurdo que casi roza la locura. Mis compañeros en la nave realizan sus tareas confiados en que yo haga lo mismo, hacer mi trabajo, conseguir los componentes para salir de este planeta.
Ahora he acampado en un patio que da al exterior, a la espera de que con las luces del día las puestas de este inmenso edificio se abran y pueda continuar mi aventura.
Fin de la transmisión diaria.