Historias Logarítmicas

Lucha contra Poseidón

Rásselas se encuentra nuevamente en su nave de los sueños surcando los mares de cósmicas fantasía. Esta ahí, manejando el timón como todos los días. Puede dar la sensación que nada ha pasado, pero no es así. Un brillo especial en sus ojos, delatan la gran hazaña que ha logrado… Remontémonos al domingo.

Rásselas se mantenía de pie en la gran roca, donde antes debí romper con furia las olas. Pero ahora todo se haya seco, todo quieto, todo vacío. La mar ha sido vilmente capturada por el único ser que tiene poder sobre ella, Poseidón.

Nuestro amigo, como un vigía se mantiene al acecho ante cualquier movimiento en el horizonte, espera el momento.

Pasan las horas pero el no desfallece, sabe que vendrá a buscarle tarde o temprano. Y es así precisamente.

Al caer el sol, el gran rey de los mares aparece ataviado con un vestido oceánico de proporciones planetarias. La imagen es escalofriante, imaginaos. La gran corona coralina brillaba como mil soles, los pliegues de su capa refulgían como los relámpagos en la noche… y su respiración profunda como una fosa abisal.

-¡Poseidón…!- Grataba Rásselas como un marino en la marejada.- ¡Poseidón…! Me has maldecido injustamente…
Me impusiste la peor de las maldiciones, la soledad. Me vi involucrado en una terrible batalla en las navidades del 2000. No quería participar en ella. Pero no tuve más remedio, porque el influjo de Afrodita es aún más poderoso. Pero de esa lucha contra mis sentidos, contra mis sentimientos, contra natura… salí perdedor y mal herido.
Tu, sí, solo tu… Me volvistes rígido como la madera seca… y escapé de Valencia.

Tres años después de mi asfixiado corazón germinó una esperanza… Mantuvo mi mente ocupada durante todo el año… y volví a ser derrotado.
¿Por qué te empeñas en desviarme cada vez que me aproximo a Ítaca? ¿Por qué mantengo este sabor a soledad el cual no hay bebida que lo borre?

No, Poseidón… No voy a permitir desaprovechar la oportunidad de viajar por este cosmos con ese sentimiento por bandera.
Porque voy a disfrutar como nunca, ha reír, a llorar, a gritar… a cacarear como los pollos y cantar como los gallos. Lo haré con toda mi esencia.
Y haré globos de colores en forma de perros o jirafas para regalar cuando lo sienta.
Cantaré en la ducha para que se entere todo el vecindario lo contento que estoy. Volveré a hacerme tortillas de pipas peladas y a tirarme por tirolina…

No Poseidón… no intentes convencerme de mi soledad por que no es así.

En ese momento Rásselas le miro a los ojos, al rojo como la punta de un soldador.

Invoco en este momento a mis padres, a mi hermano Paco, a Abi, a Pedro, a mi hermano José, a Ángeles, a Daniel… continuó redactando la larga lista de amigos/as, compañeros/as, camaradas… que ha tenido a lo largo de su trasiego durante 26 años.

Por eso, por que no estoy solo, por que no vivo a solas… Dios de los Mares… no tienes potestad contra mi. Tu maldición ha sido derrogada… déjame en paz, déjame encontrar Ítaca.

Y con esto, alzó Rásselas las manos al cielo. Fue solamente necesario un único latido de su corazón, un único pálpito que sonó como la última campanada en nochevieja, que tras ella viene la gran ovación, el júbilo y la alegría.

Las faldas del Gran Dios se deslizaron por sus piernas derramando el agua por todo el planeta, dejando a la mar libre para ocupar nuevamente cada concavidad de la tierra.

Rásselas, una vez desaparecido el Avatar de su enemigo, se quedó contemplando la poesía rojiza que le regalaba el atardecer.
Sigue siendo el eterno viajero de sueños e ilusiones, el eterno viajero de amores... pero esta vez no solo, esta vez en su nave le acompañará toda la tripulación.
Posted by eolovano at 9 de Marzo 2004 a las 03:12 PM