23 de Enero 2004

por qué rásselas

Todo empezó en el curso de 1º de FP 1993/1994 en la clase de ética. Allí un profesor muy particular nos obligó a leernos un libro “La historia de Rasselas príncipe de Abisinia” En ese momento el libro no me dijo nada, de echo no me gustó en absoluto.

Años más tarde, en el 2002, retomé esa novela de mi estantería y volvía a leerla.

¡Fue todo un descubrimiento! No solo la historia me encantó sino que me sentí profundamente identificado con el protagonista. Después de esto tomé una decisión que talvez afecte a toda mi vida.

Os voy a mostrar un pequeño párrafo para ilustrarme:

(Rasselas es un príncipe que se encuentra recluido en un palacio de por vida con todo los lujos que se puedan soñar)

Tal extraña disposición en su estado de ánimo hízole objeto de atenta observación. Uno de los sabios, de cuyo trato había disfrutado en el pasado, lo siguió en secreto con la esperanza de descubrir la causa de su inquietud. Ignorando que hubiera alguien cerca de él, Rasselas, que llevaba un rato con los ojos clavados en unas cabras pacían entre las peñas, comenzó a comparar su condición con ellas.

¿Cuál es-decía- la diferencia entre hombre y animal? Cada uno de los animales que vagabundean por aquí tienen las mismas necesidades físicas que yo; tienen hambre y pacen, tienen sed y beben del arroyo, calmadas la sed y el hambre, se sienten satisfechos y duermen; se levantan otra vez y tienen hambre, pastan de nuevo y se encuentran a gusto.

Como ellos, siento yo hambre y sed, paro después de calmar la sed y el hambre no estoy a gusto; como a ellos la necesidad me aflige, pero no quedo satisfecho, como quedan ellos, cuando me lleno. Las horas interdías son aburridas y tristes; quiero tener hambre otra vez para poder avivar la atención otra vez.

Las aves picotean las bayas o granos y marchan volando a los bosquecillos donde, aparentemente felices, se posan en las ramas y pasan la vida modulando una serie de sonidos. Igualmente puedo yo llamar al tañedor y el cantante, pero los sonidos que me pluguieron ayer, hoy me aburren, y serán más aburridos aun mañana. No hallo en mí ninguna capacidad de percepción que no se sacie del placer correspondiente, y sin embargo no me siento satisfecho. Sin duda el hombre tiene algún oculto sentido al que este lugar no se puede satisfacer, o tiene algunos deseos ajenos al sentido que tienen que satisfacerse para que pueda ser feliz.

[…]-Huyo del placer -dijo el príncipe- porque el placer ha dejado de ser placentero; ando sólo porque me siento desgraciado y no estoy dispuesto a aguar con mi presencia la felicidad de otros.

-Señor – dijo el sabio-, eres el primero que se queja de ser desgraciado en el “Valle Feliz”. Espero poder convencerte de que tus quejas carecen de verdaderos motivos. Aquí te encuentras en verdadera posesión de todo lo que el emperador de Abisinia puede ofrecer; no hay aquí ni trabajo que soportar ni peligro que temer, aunque hay todo lo que el trabajo o el peligro pueden procurar o adquirir. Mira a tu alrededor y dime cual de tus necesidades no puede ser satisfecha; si no necesitas nada, ¿Cómo puedes ser tan desgraciado?

-El no necesitar nada -dijo el príncipe- o no saber que es lo que necesito, es la causa de mis quejas; si tuviera alguna necesidad conocida, tendría algún deseo; me movería a la acción, y entonces no me quejaría de ver al sol moviéndose tan lentamente hacia la montaña de poniente, ni me lamentaría cuando rompe el día y el sueño no me puede esconderme de mi mismo. Cuando veo a los cabritos y corderos persiguiéndose unos a otros, imagino que sería feliz si tuviera algo que perseguir Mas, pues que poseo todo lo que puedo necesitar, encuentro que las horas y los días son todos exactamente iguales, salvo que el último es aún más aburrido que el anterior. Que tu experiencia me enseñe como podrá el día parecerme ahora tan breve como cuando era niño, cuando la naturaleza era tierna todavía y cada momento me mostraba lo que nunca antes había visto.

Ya he disfrutado demasiado; dame algo que desear.

Quedó sorprendido el viejo de esta nueva especie de aflicción y no supo que contestar, aunque no quería permanecer callado.

-Señor –dijo-, si hubieras visto las desgracias que hay en el mundo, sabrás cómo valorar tu actual condición.

-Ahora mes has dado –dijo el príncipe- algo que desear; anhelaré ver las desgracias del mundo, ya que es necesario verlas para ser feliz.

Bien, este párrafo describe con absoluta y escalofriante precisión mi sentir en Valencia una vez acabada la carrera.

Como Rasselas, tenia mis necesidades atendidas. Disfrutaba de un buen puesto de trabajo y un futuro. Pero no era feliz. Me sentía encapsulado en una forma de vida que era ajena a la mía. Mi lugar era otro, mi lugar era donde estaban los míos: mi familia, mis amigos, mi paisaje… Así, que como Rasselas, lo dejé todo en busca de la felicidad… y sabía dónde encontrarla.

Posted by eolovano at 23 de Enero 2004 a las 10:16 AM
Comments

Está basado en "La vida es sueño", o en el tema universal en el que se basa esta obra: a fuerza tiene que ser medianamente bueno.
(Je! Ya sé cuál va a ser el próximo "Museo" ;))

(Estoy citando de memoria, seguro que me he colado ;p)

Posted by: Calítoe.:. on 23 de Enero 2004 a las 10:15 PM

Cada aparición tuya por aqui me resulta una grata sorpresa...
Gracias.

Posted by: rásselas on 24 de Enero 2004 a las 01:31 AM
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