Ayer fue un día intenso de navegación. Necesitaba desplazar cuatro módulos de una deshumectadora que pesaban unos 2.000Kg cada uno. Al no disponer de ayudas mecánicas tuve que hacer un esfuerzo de ingenio.
Si los egipcios montaron las pirámides
yo conseguiría mover la mastodóntica máquina.
Tan solo con la ayuda de un pequeño transpalet y unos tubos de acero
conseguí desplazar esa masa.
Y digo yo. Si con la ayuda de una barra y un punto de apoyo puedo mover el mundo, ¿no puedo hacer lo mismo con los problemas?
Solo necesito discernir donde se encuentra ese punto maestro que todo lo aguanta
ese apoyo. Tal vez no sea único
y cuente con muchos apoyos para afianzarme. Sólo debo estar dispuesto a escuchar.
Abriré bien los ojos en mi viaje por la bóveda celeste, los abriré para mirar y ver. Atenderé a todos los sonidos, a todas las melodías que componen la banda sonora de mí trasiego.
Pero en especial medida, callaré.
Callaré para dejar hablar y poder oír y escuchar a las gentes que me rodean. A los personajes que me encuentre en mi camino.
Y convertido ya en todo un Sidharta continuaré sin errar.