La estrella estaba lejana aun, distante, inalcanzable.
Para llegar a ella, debía sortear un gran campo de asteroides, de rocas suspendidas y orbitantes en la nada.
La Nave de los Sueños rugió como un león en cólera y los motores de antimateria expulsaron dos ondas cuánticas lanzando toda la estructura a la velocidad de combate.
Con una rapidez que solo la imaginación puede comprender, nuestro amigo sorteó cada escollo, cada vértice saliente de piedra. Con fluidez y gracia, la situación cada vez era más y más impresionante. Por un momento tuvo miedo, duda...¿quién no lo ha tenido alguna vez? Pero el calor que irradiaba la estrellita le hizo dejarse llevar, deslizarse por los planos inclinados del espacio tiempo con la única intención de llegar a ella y entablar combate.
Rásselas cogía fuertemente el timón, miles de objetos caían de las mesas y de los estantes lanzados hacia la pared opuesta. Todo vibraba en el puente de mando, todo estallaba en chispas. Los paneles de las consolas relucían con fugaces destellos de colores. No había nada que no estuviese alerta, tanto... que se podía decir que la nave misma, estaba sintiendo emoción.
La violencia del viaje por fin pasó al dejar atrás ese cinturón de piedras, ahora todo era calma. El galeón de los Sueños se deslizaba como estrella fugaz en un cielo de oxidiana.
El cálido aroma de la calma, de la mansedumbre... después de una larga jornada, no hay nada mejor que dejarse llevar y relajarse.
Dando un paseo con los úlimos rayos del sol reinante.
...fin de la transmisión diaria.
Persiguiendo los sueños siempre entras en caminos donde los obstáculos pueden hacerte retroceder, pero el sólo deseo de alcanzarlo y reinarlos es más que suficiente para seguir adelante.
La tranquilidad y felicidad posterior es indescriptible.
En mis sueños siempre me acompaña Orion, la constelación que me enamoró en un mar impregnado de estrellas y otras lucecitas.
Saludos a Rásselas
Posted by: khardaia on 28 de Abril 2005 a las 05:48 PM