A demás de las transmisiones diarias, llevo siempre conmigo mi cuaderno naranja. Escribo sin censuras todo lo que pienso, todo lo que me atenaza o me alegra. A veces, le hago consultas con la esperanza de que me conteste. Y es cierto, me contesta. Cuando pasa un tiempo determinado, soy yo al releer quien desvela mis propias incógnitas.
Este me he escrito como hacía tiempo, desangrando la tinta de mi bolígrafo dejando marcadas páginas y páginas. Me gusta mucho escribir y ver como se plasman los surcos en el papel, mi caligrafía, en definitiva mi alma.
No puedo evitar dejar una gran parte de mi ahí, es mi psique más profunda, mi subconsciente más profundo e intrínseco, reflejado en un espejo. No por lo que digo, si no por cómo lo escribo.
Se puede apreciar el cambio de letra de un día para otro, en función de mi estado de ánimo. La grafología puede decir mucho de una persona... al menos dar una noción, una ayuda para indagar en la noctambulidad de su consciencia.
La Nave de los Sueños surca el espacio lentamente, viaja por la constelación de la paciencia, un lugar tranquilo en donde solo hay cabida la espera y el disfrute del momento. Porque merece la pena cruzarlo sin rodeos, sin atajos, ni artificios... al otro lado de esta constelación, merece la pena esperar y ver las estrellas que me aguardan.
Ni brújula ni astrolabio me valdrá esta vez. Solo la intuición, la vibración que recorre cada noche mi cuerpo, mi mente... es lo que me dice hacia donde dirigir mi timón.
Una vez roto el cántico del silencio de las sirenas... la maldición de Poseidón se deshace y se pierde como el lejano rugir del rayo en la noche, cuando la tormenta se aleja.
Merece la pena.
...fin de la transmisión diaria.
Posted by eolovano at 19 de Abril 2005 a las 05:10 PM