Historias Logarítmicas

Sueño atenazado

Ayer disfruté como un cosaco… estuve en una nave industrial que estamos construyendo, será para fabricar jabón. La verdad que estoy muy contento por que mi sueño laboral se está cumpliendo.
Pero como toda historia que se precie siempre hay un inconveniente, un matiz que es capaz de ensombrecer el día más soleado. Todos sabéis a que me refiero…
Y es que en ese sentido los días pesan más, por que desde que pongo los pies en el suelo hasta que me acuesto no paro de pensar en ello. Si es obsesivo, no puedo evitarlo… esas ideas me atacan, sobre todo cuando estoy solo; o sea casi la totalidad de la semana. Por eso los fines de semana son para mi como un oasis de emociones, de sensaciones positivas… En apenas dos días retomo fuerzas para enfrentarme a la realidad. Es como un ciclo de mareas, como un ciclo lunar, como una función senoidal…

Anoche llegué muy tarde a mi camarote. Sentía frío en mis pies, los tenía helados. Puedo soportar el frío, pero si se me hielan los pies de nada sirve abrigarme bien… seguiré sintiendo helor hasta calentarlos.

Cuando conseguí por fin que la sangre recirculase por ellos, me di cuenta que otra parte de mi sentía frío. Algo más interno… Se me había convertido en una bola de nieve, duro compacto.

Y fue así, cuando me miraba el pecho, volví a escuchar esa voz. Procedía del pasillo, apenas percibí como pronunciaba mi nombre “Rásselas, vennnn” dijo con tono susurrante… Parecía un suspiro.

No pude evitarlo, me levanté de la cama y seguí el rastro de quien me llamaba. A oscuras paseé por toda la nave bajando dependencias, hasta llegar a lo mas profundo…
Hasta llegar a una especie de bodega… en ella ya estuve hace meses.

La voz procedía de una gran armadura, con su yelmo y espada, con su casco y su capa. Una armadura de metal. Reflejaba pálidamente la tenue luz de la estancia. Estábamos frente a frente y nos miramos. Nos separaban tan solo un par de centímetros.

-Armadura, hace unos meses me negué a vestirme, a enfundar mi piel en ti, a metalizarme y protegerme del exterior. A galvanizar mis sentimientos reflejándolo todo e impidiendo que el calor de otros corazones calienten el mío. Te aprovechas por que hace casi un año me crucé con esos ojos. Te aprovechas de que esté debilitado por la lucha que entablé para olvidarlos.
Tengo frío, tengo miedo… Hice una promesa antes de ir a London-dondindaë… así que una vez más te pido que me dejes. Quiero dormir y soñar, no me molestes más.

Y subí a mi camarote y así lo hice.
Pero el armadura sigue allí abajo, esperando el momento para atenazar otra vez más mis sueños. Y lo que necesitaría es ayuda para lanzarla por la borda.

…Fin de la transmisión diaria.

Posted by eolovano at 19 de Febrero 2004 a las 02:46 PM