Me fascina el futuro porque es un interrogante. El tiempo lo veo como la creta de una ola que se desplaza hacia delante. Esa cresta es el presente, estrecho, inmedible; la estela es el pasado, espumosa, llena de rezos de agua, es como un eco que se mueve. Y el futuro es el horizonte del mar, inalcanzable. Pues solo tenemos contacto en esa fina franja
Navego por el universo camino a esa misteriosa nebulosa, y desde lo alto de la ola puedo ver distintas posibilidades
distintos futuros.
Lo único que debo hacer es imaginar, visualizar el futuro y mover el timón tantas veces comos sea posible para alcanzar el deseo que habita en lontananza.