Dirigirme hacia la nebulosa Rosetta no es por capricho. La nebulosa me aclarará grandes incertidumbre que me rodean. Como la piedra que portó la llave para el entendimiento del mundo egipcio, esta región del espacio me mostrará formulas de compresión de la nueva situación en la que vivo.
Es un lugar cálido, y busco el calor, la tibiez de la proximidad de las personas
por que por las noches, en mi camarote; me siento atenazado y me debo conformar con el insípido abrazo de mi almohada.
La otra noche no podía conciliar sueño, la otra noche escribí:
Copos de hielo
Vivo en mi invierno
Frío y sin aliento.
Saber donde estoy
Me es imposible.
Los años de travesía
Menguan mis fuerzas.
Luché en Troya y destrocé Cartago,
Y estoy dispuesto a guerrear por ti.
A soportar miles de maldiciones marinas,
Si con ello te encuentro.
Los copos de nieve
Me hielan el pecho,
Tengo frío
Tengo miedo.
¡Oh! ¡Dioses danzarines
de las altas constelaciones!
Oíd una vez más mi súplica
Y calmar ya esta ansia,
Este anhelo de ambrosía.
Tengo frío,
Tengo miedo,
Tengo sueño.
Porque vivo en un sueño
De infinitos reinos olvidados
Del que no puedo salir.
Si no despierto.
Y si el morir es como el dormir
Yazgo muerto en sufrimiento
Triste desdicha insufrida,
Gélido copo de hielo.
Rásselas
Pero de esto hace ya una semana
y me encamino a Rosetta.